Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv
El fin de la vida de tres héroes del folclor vallenato pasó fugazmente una tarde al tomar el vuelo equivocado que los llevó al infinitivo provocando una inmensa nube de dolor.
La fecha exacta fue el lunes 21 de noviembre de 1994 cuando Juancho Humberto Rois Zúñiga, Rangel ‘Maño’ Torres Jiménez y Eudes Enrique Granados Córdoba, murieron en un accidente aéreo en Venezuela.
Ese triste día el folclor vallenato entró en luto triple y las lágrimas se paseaban de cara en cara inundando los corazones adoloridos. Todo se paralizó, y llegaron los preparativos para la despedida donde en medio de la tristeza los acordeones volvieron a sonar sin saber que habían perdido unas manos amigas y un bajo acompañante.
Al año siguiente, en el 28° Festival de la Leyenda Vallenata se les reconoció todo el aporte que hicieron a la música vallenata, y se conocieron detalles de tres mujeres: Jenny Cecilia Dereix Guerra, quien se quedó sin Juancho Rois estando recién casada y embarazada; Lénida Beatriz Zuleta de Torres, sin Rangel ‘Maño’ Torres y con tres hijos, y Eudes Granados dejó a Diana Patricia Núñez Sierra, con dos hijas.
Tiempo después, hablar con sus ellas de ese suceso fue algo más que pintar el dolor sin despedida. Sacando fuerzas del fondo de sus almas ellas fueron deshilvanando recuerdos de aquel ayer donde de un momento a otro se les oscureció el destino.
Juan Rois Jr y su madre Jenny Dereix.
33 días de matrimonio con Juancho
“A Juancho lo conocí en Bogotá, comenzamos a salir hasta que nos hicimos novios. Vivimos dos años de amores y nos casamos, pero la felicidad duró poco por cosas del destino. Fueron 33 días de matrimonio y recuerdo que cuando le dije que estaba embarazada se puso muy contento, demasiado contento. Él, estaba en grabación y yo fui a darle la noticia. Ese día recuerdo como detalle especial que me compró todas las flores que tenía una vendedora”, manifestó Jenny Dereix.
No era nada fácil armar nuevamente aquel difícil rompecabezas. “Los días eran normales. Caminábamos juntos, me acompañaba a la universidad. Eramos muy felices”. Entonces habló del adiós definitivo de Juancho. “Él, me llamaba constantemente de Venezuela. Ese día lo hizo en la mañana y me dijo que iba a tocar una parranda y que regresaba lo más pronto posible. Yo, estaba sola en el apartamento en Bogotá y me llamaron para decirme que Juancho se había accidentado. Como pude conseguí el número telefónico de allá. Llamé y me dijeron que había muerto. Lloré, grité y mi dolor no tenía nombre porque Juancho no pudo disfrutar de la felicidad y el derecho de ver nacer y crecer a su hijo”. De la unión de Juancho y Jenny nació Juan Humberto Rois Dereix, el sábado seis de mayo de 1995.
Ahora, ese hijo es Concejal de Montería y estudiante de derecho en la Universidad Pontificia Bolivariana.
Al indagarle a él sobre su padre confesó que le profesaba el más grande cariño y admiración a pesar de no haberlo conocido. “Por todas partes me hablan de mi papá como un extraordinario acordeonero y mejor persona. Eso me indica que fue excelente y eso es grande para mí”.
Por su parte Jenny Dereix manifestó que su hijo tenía mucho de su papá, especialmente su buen corazón, su don de gente, su sencillez y su nobleza.
‘Maño’, nunca cumplió la cita
“Rangel era una persona alegre, jocosa, descomplicada y por eso tuvo el honor de ser premiado con la amistad de mucha gente. Cuando no atendía su trabajo musical con los grupos donde actúo se dedicaba de lleno a su hogar. Era tanta la acogida que grabó con su bajo 180 discos”, relata su esposa Lénida Zuleta.
A continuación se embarca en la nave de la añoranza para repasar sus primeros años de noviazgo y posterior matrimonio.
“Frente a mi casa en el barrio San Joaquín de Valledupar vivía Rafita Zuleta. En esa casa se reunían los músicos y yo veía a Rangel, pero hasta ahí, en cambio él si estaba enamorado. Era un enamorado callado y se manifestaba enviándome flores y dándome serenatas. Él, estaba bien enamorado, pero a mi no me gustaban los músicos por la fama de picaflores que siempre han tenido, pero al verle su decisión de ennoviarse conmigo le acepté y duramos en esa etapa un año y un mes. Nos casamos el 31 de enero de 1979, día de su cumpleaños”. De la unión de ‘Maño’ Torres y Lénida Zuleta nacieron Rafael Reyes, Ana Milena y Rangel David.
El día que se despidió de la vida el artista había contraído un compromiso de encontrarse con su esposa en Maicao, precisamente el día 21 de noviembre, pero la cita nunca la pudo cumplir.
“Nosotros quedamos a realizar unas compras en Maicao, y como él estaba en Venezuela me dijo que me esperaba al mediodía, pero pasaron las horas y no aparecía por ningún lado y decidí venirme para Valledupar. Era la primera vez que me incumplía. Me había dejado olvidada y venía tan resentida que prometí que me la iba a pagar porque ni comida le iba a guardar cuando regresara”.
Lo que ella no sabia era que ‘Maño’ estaba de partida de la tierra. Entonces Lénida se mete por los vericuetos del dolor y señala. “Mi mamá, Ana Morales, me llamó para comentarme que el grupo de Diomedes había tenido un accidente en una avioneta, y enseguida dije que eso no era posible porque ellos venían en bus. La casa se fue llenando de gente y todo era confusión cuando llegó una persona a darme el pésame, me desmayé. Se puede imaginar lo que siguió, pero Dios me dio las fuerzas necesarias para soportar tanto dolor junto”.
Lénida, nunca se volvió a casar y como ayer sigue recordando al hombre que le regaló las más grandes alegrías y también la cerró de luto. Ahora, sus tres hijos son profesionales en microbiología y administración de empresas, y le han dado cinco nietos: Aura Milena, Rafael Andrés, Horacio Arturo, Gabriel Eduardo e Isabel Sofía.
Cuando la conversación llegaba a su fin emparejando el corazón con su alma y mirando al cielo expresó: “26 años sin ti y mientras tenga vida no te olvidaré”, Las lágrimas volvieron a hacer su presentación como aquella vez que se quedó sola al lado de sus hijos.
Las tres rosas de Eudes
“A Eudes lo conocí en mi época de estudiante a través de su hermana Patricia Granados que me llamaba cuñada sin serlo. Nos amigamos, y luego nos ennoviamos. Duramos dos años de amores hasta que nos casamos”, así comienza Diana Núñez, a recordar al hombre que le dio las máximas alegrías en la vida.
Y continuó. “Eudes era un joven con cosas de viejo; su nobleza no le permitía conocer la maldad. Era tímido y aprendimos el lenguaje de las manos y las miradas que decían más que mil palabras. Recuerdo que me serenateaba con las canciones: ‘Sorayita’, ‘Se te nota en la mirada’ y ‘Tu ensoñación’. Era muy hogareño y decía que en su casa tenía tres rosas que eran sus hijas Dalma Jhaninna, Diana Isabel y yo”.
Quería contar todo a la vez, con la fuerza de la verdad. “Realizaba bien su oficio de técnico de acordeones y por su taller pasaron los instrumentos de los más importantes músicos. Lo suyo fue siempre el arreglo de acordeones porque no quiso rivalizar con sus hermanos Hugo Carlos y Juan José”.
Para Diana volver a recordar esos momentos tristes cuando le dieron la noticia de la muerte de Eudes, le produjeron más y más lágrimas. Cerró los ojos y retrocedió su pensamiento que avanzaba suelto como brisa en el desierto.
“Ese día amanecí apagada, bastante triste y no comprendía por qué. En horas de la tarde presentía que Eudes llegaría y me alisté para recibirlo, pero pasaban las horas y no llegaba. En la noche recibí una llamada de la casa de Eudes donde me decían que varios integrantes del conjunto de Diomedes habían sufrido un accidente”.
Se quedó callada un instante y después procedió a decir lo que nunca pensó. “Corté la llamada y vi a la gente ingresando a la casa diciéndome que tenía que ser fuerte, pero nadie se atrevía a decirme nada. Yo, gritaba, lloraba y por la radio sonaba la canción ‘Por qué razón’ y fue entonces cuando confirmaron la muerte de Juancho, ‘Maño’ y Eudes”.
En ese instante frenó en seco porque las palabras pasaban a segundo plano en medio del corazón que entregaba palpitaciones de dolor.
Ese ayer la marcó, pero quedaron sus hijas, y ahora una nieta Ana Laura, que son su principal aliento en medio de las vicisitudes de la vida.
Dalma Jhaninna y Diana Isabel, se graduaron como abogada y administradora de empresas, respectivamente, y recuerdan a su padre como el mejor, porque las amó sin cansarse. Además, cuando les regalaba esas notas que estrenaba en cualquier acordeón recién arreglado.
El vuelo siniestro
El guacharaquero Jesualdo ‘El Zurdo’ Ustáriz, recuerda el suceso de hace 26 años cuando estuvo a punto de perecer en un accidente aéreo donde se les escapó la vida a Juancho Rois, Rangel ‘Maño’ Torres y Eudes Granados. Hoy, con toda la pausa del caso relata en detalle el hecho que enlutó al folclor vallenato.
“Esa mañana Juancho Rois me comunicó que íbamos a tocar una parranda a un conocido empresario de Venezuela. Era en una población llamada ‘El Tigre’. El viaje estaba preparado para el mediodía, pero al final arrancamos en la tardecita. Eran como las cinco y media. Recuerdo que el piloto de la avioneta no quería ir porque era lejos y estaba cayendo la tarde. Se comunicaron con el empresario y ordenó el viaje”.
Así sin escala comenzó a contar y siguió. “A mí, como era el más flaco me mandaron para la última silla. A Tito Castilla, más adelante. En el medio iban Eudes y ‘Maño’, los dos más gordos, y con el piloto Juancho Rois”.
En su relato hasta ese instante todo andaba bien hasta que llegaron las dificultades para el aterrizaje. “Como a las 6 y 30 de la tarde comenzamos a ver luces en el pueblo y la avioneta no aterrizaba. Era que la pista estaba cerrada y sin luces. Finalmente cogimos una recta de una autopista donde había muchos carros. De pronto la avioneta se golpeó de un lado, después supe que se dio contra un templete de una torre y nos fuimos al suelo. Fue un golpe seco. Al caer había silencio y estaba todo oscuro. Yo comencé a gritar porque creía que el aparato iba a explotar. Llamaba a mis compañeros y nadie me respondía. Al poco rato llegaron a auxiliarnos”.
Hace una pausa para volver a narrar esa historia de la cual fue protagonista principal porque nunca perdió el conocimiento que incluso algunos lo llamaron en su momento “La caja negra humana”.
Los recuerdos toman vuelo nuevamente y expresa “Después de eso lo primero que oí era que había dos muertos y cuatro heridos. Supe que los muertos eran el piloto y Eudes. Nos montaron en una camioneta para llevarnos al hospital más cercano. En el trayecto Juancho y ‘Maño’ se quejaban. Tito, iba inconsciente. Al llegar al hospital como a los diez minutos fallecieron Juancho y ‘Maño’: en cambio Tito y yo quedamos pendientes de la vida”.
‘El Zurdo’ Ustáriz después de ocho intervenciones quirúrgicas se recuperó; a José del Carmen ‘Tito’ Castilla también lo salvó la ciencia. Fueron los únicos sobrevivientes de la tragedia luctuosa para la música vallenata que así pase el tiempo estos héroes que tomaron aquel vuelo de dolor siguen estando presentes y las lágrimas son el combustible para recordarlos.