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Las cartas que Dau no leyó

Por: Javier Ramos Zambrano

El 1 de diciembre de 2019, cuando faltaba un mes para su posesión, publiqué en este mismo espacio una columna titulada: Carta a William Dau. Aquel domingo, el candidato que había derrotado en las urnas a su tocayo de apellido García se encontraba privado de la libertad en una de las instalaciones de la Policía en Castillogrande, cumpliendo los tres días de arresto que ordenó un juez después de acusar de corrupción al entonces gobernador de Bolívar y hoy alcalde electo de Cartagena, Dumek Turbay.

En aquella carta respetuosa le recordé una frase que él usó en campaña: “Pellízquese, alcalde, reflexione en este encierro sobre las actuaciones y declaraciones, la mayoría en redes sociales…”. La recomendación principal fue la siguiente: “Le pido que se concentre en trabajar para construir, para unir voluntades con el objetivo de lograr el cambio que la gente le pide como primer mandatario. No pierda el tiempo tratando de responder por Instagram o Facebook cada comentario o noticia que lo incomode. Respire profundo, deje el celular a un lado y enfóquese en lo realmente importante: salvar a Cartagena de otro mal gobierno… (…) de lo contrario (…), solo ganará likes, mientras la ciudad pierde”.

Antes de ponerle punto final, agregué: “Todavía hay tiempo para corregir, atemperarse y aprender a ‘morderse la lengua’. En entrevista con este medio dijo que no defraudará a Cartagena, y eso es lo que esperamos todos”. Lamentablemente, todas esas recomendaciones, junto con otras advertencias antes y durante su mandato, las arrolló un tractor. Para muchos cartageneros, a la hora de votar, no fue suficiente que en su Alcaldía diera la pelea contra los peajes y por reconstruir los puestos de salud que la corrupción había transformado en elefantes blancos; tuvieron más eco (porque allí él se sentía más a gusto) sus discusiones, entre muchos otros, con el Concejo, los gremios y hasta con su exprimera dama.

Sin darse cuenta, esa actitud lo convirtió en el jefe de campaña no solo del alcalde que lo sucederá, sino del segundo más votado, el concejal que tuvo que presentar una tutela para que le retirara el apodo que le puso. Bien lo resumió el editorial de El Universal: “Ni siquiera un hombre obsesionado con la pulcritud en el manejo de las arcas públicas pudo recuperar a Cartagena; por el contrario, bajo William Dau, y a pesar del repunte en los indicadores de la hacienda pública, lo que habla de un mandatario en verdad enfrentado a los malandrines, el desorden, que antes era irreverencia, se convirtió en el signo de una ciudad caótica”.

Ahora, cuando falta poco para su salida, desearía escribirle una última carta que serviría a una despedida con grandeza y respetuosa. Pero, ya pa’ qué, francamente esa pelea para lograr que escuche… se perdió.

*Periodista y profesor. Magíster en Comunicación.