Las sillas azules

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Por: Bernardo Romero Parra

El avance de la humanidad se evidencia en los grandes cambios en el comportamiento de los seres humanos y no exclusivamente en los avances científicos tecnológicos. Es nuestra teoría al estudiar las características de cómo se vivía en épocas como el primitivismo donde no existían reglas de convivencia, solo se vivía para la subsistencia y saciar los instintos. Tiempo después con la evolución de la raza humana surgen las convenciones sociales con el fin de asegurar la armonía y el respeto en las acciones que realizan las personas en el cotidiano vivir, es así como surgen acuerdos entre la comunidad para garantizar por ejemplo la movilidad a través de la creación de las señales de tránsito las cuales protegen la vida ordenando el desplazamiento.

Luego en la era contemporánea donde estamos, es imperante que nos preocupemos por la educación de la ciudadanía en general con el objeto de enseñar cuales son las convenciones sociales que nos rigen hoy y que tenemos el deber de respetar. Me refiero a las conductas antisociales de muchos conciudadanos en Cartagena que desconocen que el derecho de uno termina cuando comienza el derecho del otro, entonces no respetan las luces de los semáforos, ni las cebras para el paso de peatones, mucho menos las normas ambientales en una urbe rodeada por aguas marinas. De igual forma abusan de la cultura Afrocaribe con el uso indebido de aparatos de sonido que impiden el derecho al descanso y tranquilidad en los hogares.

Otro caso que demuestra bajos niveles de cultura ciudadana, es lo que se vive en el sistema de transporte, Transcaribe. Donde en horas pico una multitud se agolpa en las estaciones para subir y no dejan bajar a los otros usuarios, también se ubican en la parte delantera de los buses y non dejan pasar a los demás. De igual forma las sillas azules diseñadas para el uso exclusivo de adultos mayores, discapacitados y demás población vulnerable son ocupadas por jóvenes estudiantes que fingen una absoluta inmersión en los celulares, ignorando la presencia de quienes si tienen derecho a utilizar esos espacios.

No nos cansaremos de proponer a los padres de familia que ellos deben orientar a sus hijos en el buen comportamiento, respetando a los mayores hombres o mujeres observando conductas de consideración a las damas, embarazadas, discapacitados y niños. Porque es inaceptable que un joven no le ceda el puesto a una mujer embarazada aunque vaya en una silla de color gris. Si logramos que la ciudadanía, en especial la juventud inicie la conjugación del verbo respetar de seguro que en el futuro una mejor sociedad tendremos.

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