Gobierno evaluará construcción de Ciudadela Universitaria en Cartagena
13 abril 2025Playa Blanca se rebela contra «Paseos de Ollas»
13 abril 2025
Por: Roberto Goji
Hay organizaciones que no están en crisis, pero tampoco están creciendo. Funcionan, pero no avanzan. Y eso, aunque no se diga en voz alta, pesa. Se vuelve una tensión que se esconde en la agenda, en los planes reciclados, en las reuniones que empiezan con energía y terminan igual que siempre.
Es una pausa disfrazada de rutina. Una inercia con calendario lleno. Un momento en que se ha hecho mucho, pero no lo suficiente. Lo que antes fue motor, hoy es procedimiento. El conocimiento, aunque presente, permanece inmovilizado.
No es falta de capacidad, sino de activación. La experiencia, los recursos y el talento están, pero el sistema no se mueve. Y cuando no se mueve, se oxida, se adormece. Se convierte en saber operativo que ya no transforma ni moviliza.
He estado en esos espacios donde todo está en su lugar, pero nada avanza. Donde hay reportes y decisiones, pero no hay tracción. Donde la gente cumple, pero no vibra. Ahí aparece el estancamiento más difícil de detectar: el sofisticado. Ese que se camufla entre indicadores cumplidos y movimientos sin impacto.
En este punto, la ingeniería de conocimiento funciona como método de intervención: precisa, directa, sin maquillaje. Permite mirar la organización como un sistema vivo de saberes, prácticas y posibilidades. Es como alinear una maquinaria que lleva años girando con esfuerzo, pero sin dirección. Y más importante aún, permite desbloquearla sin añadir complejidad, sin imponer fórmulas ni simular transformación.
He visto cómo eso cambia el juego. No por magia, sino por método. Por una intervención quirúrgica que elimina ruido, reordena lo valioso y devuelve dirección a lo que parecía estar solo cumpliendo.
A veces el movimiento empieza por un equipo. Otras, por una conversación directa con ese líder que ya no quiere girar en círculos. Lo que he comprobado es que no se trata de sumar contenido, sino de ver con otros ojos y, desde ahí, accionar con otros pies. Encender lo que lleva demasiado tiempo suspendido.
No es inspiración ni motivación. Es estrategia aplicada. Porque el conocimiento que no se activa se convierte en peso muerto, en repetición que desgasta, en promesa que nunca llega. Pero cuando se activa, se convierte en dirección, en ventaja, en claridad que alinea.
No hace falta desarmarlo todo. Hace falta mirar distinto, nombrar lo que importa, estructurarlo, decidir, y volver a mover la organización desde adentro.
No es que falte estrategia. Es que sobra conocimiento inmovilizado.
Y la puerta no es una metáfora. Está ahí, justo donde ya estás mirando.
Roberto Goji
Ingeniero de Conocimiento | Diseño trayectorias que convierten lo que sabes en activos estratégicos | Creador del sistema 100 DROPS y de “Tu Primer Activo”
