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Los nuevos…

Por: Freddy Machado

Desde siempre, los primíparos en las universidades han sido sorprendidos y saboteados por los estudiantes de grados superiores. En parte, porque llegan con una gran expectativa -y una carga emocional muy fuerte- por beber de las fuentes de la Educación Superior.

Se acuerdan de aquellos tiempos: “saquen una hoja”, decía aquel extraño que irrumpía en el salón de clases en los primeros días del primer semestre, haciéndose pasar por profesor. El intruso era un estudiantes de los últimos años que nos jugaba una broma. Esa burla se hacía célebre en el claustro, y se festejaba a rabiar. Era un ciclo que se repetía al año siguiente con las nuevas generaciones.

Esa imagen nos sirve de referencia pues algo similar está sucediendo en la Rama Judicial con los “nuevos”

En efecto, se tiene noticia en todo el país que esos aspirantes que superaron las múltiples dificultades de la Convocatoria No 4 están siendo objeto de un matoneo continuo por algunos de sus nominadores o compañeros de labores.

En primer lugar, debemos decir que esas prácticas están como el eslogan de Davivienda: “en el lugar equivocado” pues la administración de justicia es un escenario que no está para semejantes abusos.

Lo de los primíparos en las universidades tiene por finalidad un “ánimo jocoso” y hace parte de una rutina antigua que busca “exorcizar” a los “nuevos” de ese imaginario muy estricto de lo que representa para ellos, la educación superior. Sin embargo, lo que ocurre en la Rama Judicial con algunos de los “nuevos”, por lo sistemático, son prácticas de acoso laboral.

Y, resulta muy injusto pues mientras a los jueces que ingresan por carrera con ocasión del curso concurso tienen una inducción sobre cómo se elaboran las providencias judiciales, cuáles son los precedentes jurisprudenciales, por qué son importantes las pruebas y la argumentación judicial, así como otras técnicas del juez director del despacho, no sucede lo mismo con los servidores que ingresan a la carrera pues ellos se posesionan y “sálvese quién pueda”.

Es muy relevante y definitivo realizar inducciones y permitir una mejor transición a los “nuevos” pues la práctica evidencia que por el exceso de trabajo, una vez posesionados en los juzgados son recibidos con la entrega de cuatro tutelas para que el “nuevo” las proyecte (a veces sin ser empleado con obligación de sustanciar) y solo les dicen que “Dios te guarde”. o “que los dioses te acompañen”

Si el “nuevo” se queja le hacen ver que el provisional que él ha remplazado, en su momento, proyectaba solito hasta seis tutelas y empieza entonces para el sobreviviente de la Convocatoria No 4, un verdadero calvario…

Muchos de los “nuevos” no resisten esos ambientes de trabajo tan hostiles y después de llegar a la Rama Judicial con tantas ilusiones, se van desesperanzados porque no tuvieron una mejor recepción.

Lo peor es que se les desprestigia y se les descalifica en atención a que mientras todos en el juzgado conocen “al dedillo” la mecánica del despacho, el exceso de trabajo y el pulso por no bajar las metas de las estadísticas, no permiten o impiden integrar a quien llega.

Y es lógico que al mes de estar laborando el recién posesionado en esas condiciones tan desfavorables, el juzgado pierde su antiguo ritmo de producción y todos lo empiezan a señalar -al primíparo- como el “palo en la rueda”.

Muchos de los servidores que pasaron por esta dura prueba, desde su perspectiva, seguramente están pensando que si ellos salieron adelante los demás también podrán hacerlo… Incluso, descartan que esa práctica pueda constituir acoso. Pero la verdad es que no todos tenemos la misma capacidad de aguante y las mismas posibilidades de trabajar en circunstancias de tanta presión.

Son muchos los casos presentados, pero son pocos los que se denuncian. Esta crónica pretende visibilizar la problemática y sensibilizar a la comunidad judicial sobre el tema. En especial, exigir al Consejo Superior de la Judicatura que considere una mejor inducción para los “nuevos” servidores

El consejo superior no puede abandonar a su suerte a los primíparos. Les corresponde, ya que no se les hizo una inducción adecuada, hacerles un acompañamiento e identificar si los “nuevos” han sido bien recibidos en sus juzgados.

En la universidad el tema de los primíparos resulta algo divertido y folclórico pero en los sitios de trabajo, y más en la rama judicial, esas conductas son acoso laboral puro y podríamos estar asistiendo como espectadores a la destrucción de un ser humano de manera irreparable. Hasta aquí está reflexión.