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“Mamá yo no quiero que te mueras”

Por: Emilio Gutiérrez Yance

El cáncer le hizo comprender que la vida es un ratico, por eso, aprovecha cada instante que el tratamiento se lo permite para compartir con su pequeña hija.

Bolívar. El 16 de enero de 2022, la vida le dio un primer campanazo de alerta a la subintendente de la Policía Nacional Carmen Lucía Escobar Sánchez, una rara sensación en su seno izquierdo comenzó a preocuparla. Fue tanta la preocupación que solicitó vacaciones para hacerse unos chequeos médicos. El diagnóstico que le dieron el 1° de febrero fue aterrador “sentí que se me vino el mundo encima”.

Los exámenes confirmaron que tenía cáncer de mama. Sintió una explosión que comenzaba a quitarle sus sueños, sus ilusiones, su vida y comenzó entonces una lucha por vencer aquel peligroso enemigo.

Nació hace 33 años, un día en que se celebran las Fiestas de la Virgen del Carmen en San Fernando-Bolívar y paradójicamente, su signo zodiacal lleva el mismo nombre de la enfermedad que la amenaza y que alcanzó a hacerle metástasis.

Narra que la vida le dio un giro de 360 grados, por lo agresivo del cáncer, le tocó separarse de su compañero de vida y de su hija, quienes actualmente viven en Mompox e instalarse en Barranquilla donde está siendo sometida permanentemente a toda clase de exámenes para chequear la enfermedad.

El motor es su pequeña hija Ellen Sophía de tan solo siete añitos que la impulsa a sortear todo lo que implica esta enfermedad. Se ha convertido en una guerrera con una profunda fe en Dios y en la Virgen que le ayudan a luchar con más fuerzas para aferrarse cada día a la vida, lo hace pegada al Santo Rosario.

Su compañero sentimental, también subintendente, Elimar Jiménez, es otro bastión fuerte en su lucha para vencer el cáncer, hace poco se tatuó en su brazo izquierdo unos puños rosados en señal de victoria y apoyo a la batalla que ella libra contra el silencioso mal. “Dios tiene la última palabra y me declaro sana en su nombre”, asegura la subintendente Carmen Lucía.

El cáncer le hizo comprender que la vida es un ratico, por eso, aprovecha cada instante que el tratamiento se lo permite para compartir con su pequeña hija.

Actualmente, Carmen vive en casa de sus padres quienes también han sido un apoyo incondicional en sus momentos más difíciles, “He perdido momentos importantes con mi pequeña hija, gracias a Dios ella es muy inteligente y comprende la situación” señaló.

Cuenta con mucha tristeza que, al conocer el diagnóstico, de inmediato pensó en la muerte y su sonrisa contagiosa comenzó a desaparecer para dar paso a la angustia.

Aferrada a su fe, con el tiempo fue superando los temores y sometiéndose al extenso tratamiento. En abril, le hicieron la primera cirugía y descubrieron que ya el cáncer había hecho metástasis. En mayo comenzó radioterapia y luego vino la quimio que es la etapa más complicada. “Mi temor más grande fue cuando entré al quirófano, poco a poco fui cerrando los ojos sin saber si regresaría”.

Desde que fue diagnosticada está excusada de la Policía Nacional donde lleva 14 años de servicio, no sabe si volverá, porque ahora su vida está llena de restricciones, pero anhela regresar a su trabajo porque es lo que ama desde que era una niña y compartir con sus compañeros que tanto han estado pendiente de su evolución. “Mi vida dio un giro, todo cambia y uno no vuelve a ser la misma persona. El temor aumenta sobre todo en la primera etapa que no puede uno salir, saludar, divertirse, compartir porque el sistema inmunológico cambia y hay que cohibirse de estar donde haya mucha gente”.

Su larga cabellera negra que cuidó celosamente durante muchos años, decidió cortarla un día antes de empezar la quimioterapia y donarla a una fundación para niños con cáncer.

Cuando su pequeña hija la vio con el pelo cortó, le dijo que ella también quería córtaselo para acompañarla en su proceso, “ella me peina, me da besos y me dice no te preocupes pronto te va a crecer», y añadió “me dolió tanto ese momento y escuchar decirle…mamá yo no quiero que te mueras… fue entonces que saqué más fuerzas para luchar porque ella me necesita y yo quiero verla crecer junto a mí confiando en que Dios y la Virgen me den esa oportunidad”.

Finalmente, Carmen Lucía, convencida que está ganando la batalla, asegura que la enfermedad le ha enseñado a valorar más la vida, a tener pensamientos positivos en medio de duros momentos, a ser fuerte y luchar, “ahora me toca aprovechar cada segundo de mi vida”.

Carmen Lucía, tendrá que someterse en diciembre a un escaneo en todo el cuerpo para determinar si su fortaleza logró erradicar por completo el cáncer. “Dios es muy grande y nunca abandona a sus hijos siempre hay una luz y el sol vuelve a brillar”, asegura con una enorme sonrisa esperanzadora.