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Matilde Lina judicial…

 

Por: Freddy Machado.
“»Chi non vorrebbe continuare a vivere dopo averlo visto …”

Esta historia ocurrió –dicen-, en los tiempos de los antiguos juzgados de instrucción criminal cuando quedaban en el Edificio Ganem de la Calle del Porvenir.  Seguramente un empleado de la especialidad penal se lo contó a otro y, ese otro, lo compartió con sus compañeros de los juzgados civiles y laborales, hasta llegar a los oídos de los magistrados del Tribunal Superior de Cartagena. Y, para cuando en 1991, la nueva Constitución creó la Fiscalía, ya todos los empleados del nuevo ente que ingresaron por concurso, por culpa del “boca a boca” de las primeras integraciones, quedaron notificados y se sabían a plenitud el gastado cuento originario del viejo Edificio Ganem.

Me he permitido rememorar la historia que conocí para mi época de Fiscal Local. Unos detalles son míos y otros, están apegados al ritmo y al tono, a la manera como me lo narró, Rafael Amador.

Se cuenta que un tímido escribiente u oficial mayor, muy culto, deslumbrado por los atributos de una despampanante testigo que declaró con soltura en una causa por Abuso de Confianza, nunca se perdonó el no haber intentado, ni siquiera, lazarle un halago a esa Diosa, la que no solo le impactó por lo Diva sino por la inteligencia de sus respuestas.

El empleado, contrariado consigo mismo, unos meses después y sin mayores aspiraciones, osó enviarle un telegrama de usanza en los mejores tiempos de la empresa estatal Telecom, la misma que un viejo Presidente, muchos años después, liquidó y mal vendió al capital extranjero.

El telegrama, con la brevedad que hoy tienen los textos de Twiter, decía:

– “Quién no quisiera seguir viviendo después de haberla visto…”

El servidor judicial se hizo a la dirección del domicilio de la bella mujer, indagando en los generales de ley de la pieza procesal que reposaba en los archivos del Juzgado. Desde luego, no firmó semejante audacia.

El tiempo pasó. Un verano después del envío del texto, la deslumbrante mujer se presentó al Juzgado a la hora de las protestas de Asonal -10 y 10 de la mañana- y con autoridad hizo venir hasta el mostrador al personaje del anónimo.  El empleado se quedó literalmente enmudecido y palideció. Estaba tan blanco como el papel de los Estados fijados en la secretaría. La mujer, breve, imperturbable, precisa y sin mayor afán, le dijo:

– Me gustó tu cumplido. Pero no eres mi tipo. Te llamas Emanuel González.

Y remató:

Eres oficial mayor, tienes 23 años de servicios en la Rama Judicial, 56 años de edad, casado y padre de 3 hijos varones.

Y, se dio la vuelta, para desde la puerta del juzgado, concluir.

– Tampoco eres original pues esa frase se le atribuye a Dante Aliguieri en la Divina Comedia. Incluso, otros aseguran que es creación de su biógrafo, Carlos Puyol.

Los presentes en la baranda estaban entretenidos y miraron con complicidad al servidor judicial. También, viraron para deleitarse con el andar victorioso de la mujer, que en medio de usuarios y público, buscaba la salida del Palacio de Justicia.

…Ella se desplazaba con la gracia y el garbo de una Matilde Lina, la mujer a la que cantó Leandro Díaz y que, según se cuenta, hasta sonrisas le sacaba a la misma sabana.

Cartagena, 2007.
JVRISIMPRVDENCIAS DE FIN Y COMIENZOS DE SIGLO.-