Por: Orlando Díaz Atehortúa
Definitivamente el idioma español, es bien expresivo y chévere, por ejemplo, esa palabra garabato, significa, entre otras: “un gancho o garfio, para colgar la carne “ahumada o salada”” muy utilizado en aquellos tiempos, que no había nevera, especialmente en las casas de los pobres, pero si algunos kilos de carne para coger y consumir.
En el ahora, ese derecho no lo puede ejercer la gran mayoría de ciudadanos y niños del pueblo, la carne subió en un 32%, el pollo un 25%, los huevos, que hace apenas medio año, se conseguían, un anaquel de treinta, en nueve mil pesos, ahora oscila entre los catorce mil y dieciséis mil pesos, eso en promoción.
Desde el año dos mil, no se presentaba esta calamidad de carestía en los precios de los alimentos; la inflación ha subido en un 9.23% (cinco veces más que la del año dos mil veintiuno). Las causas son múltiples, ya no somos autosuficientes en la producción de alimentos, se tiene que importar un gran número de toneladas de maíz, trigo, soya, leche, y hasta la carne de pollo, cerdo y res, que viene buena parte de Argentina y EE,UU, las fluctuaciones de los precios del petróleo son pan de cada día. la guerra entre Rusia y Ucrania, ha hecho de que se incrementen, en forma desmedida, los precios de los fertilizantes e insumos, obviamente para la agricultura. Los cambios climáticos extremos (sequias e inundaciones de más de ocho meses, por las torrenciales lluvias, no nos ayudan). El precio del dólar, tiende la mayoría de las veces al alza.
Ni que hablar de las subidas escandalosas en los servicios públicos, especialmente en el gas y la electricidad, que golpean fuertemente los bolsillos de los ciudadanos de todas las clases, pero se siente más en las bajas y medias del país.
La verdad, estas impresionantes alzas no han sido controladas o supervisadas por el gobierno, que se ha dedicado a expedir medidas, unas populistas y otras antipopulares; como por ejemplo, un alza en el salario mínimo que ya fue consumido por la inflación, o en la expedición de decretos y el avalar leyes inconstitucionales, como las suspensión de la ley de garantías, en una época preelectoral, que tanto daño nos ha hecho, y que en buena hora fue tumbada por la Corte Constitucional.
El pueblo, ya no aguanta más, la desesperanza, el hambre y el desempleo avanza por todos los rincones de nuestra patria. El informe realizado por la Red de Bancos de alimentos y la ANDI (Blue Radio- 3 de diciembre 2021-) trata que para esas fechas, más de veintiun millones de personas en el país, tienen serias dificultades para la compra de comida. Quinientos sesenta mil niños de cinco años, tienen una desnutrición crónica, y seis, de cada cien niños, murieron en el año 2020, a causa del hambre. Se agrega que el diario “La Opinión” del 22 de mayo 2022, resaltaba que cada seis días, en nuestro país, ha muerto un niño a causa de desnutrición; es decir, van veintiún niños fallecidos, a mayo de este año, por este flagelo y también señaló dicho medio de comunicación, que más de doce millones de personas están comiendo dos o incluso una sola comida diaria, según los datos del DANE de este año.
La cosa no está pintando bien para los ciudadanos de escasos recursos económico, causando grima y hasta risa que el señor presidente de la República sin ningún sonrojo, en un programa recientemente pasado por la BBC de Londres, ante una, pregunta sobre la alta desaprobación que tenia el pueblo sobre su gestión, contesto que si pudiera presentarse a una reelección, estaba seguro que sería reelecto. No es menos cierto que en la actualidad, se presentan oscuros nubarrones de un Estado de sitio, además, que está en vilo la democracia y el Estado de derecho, se recuerda que la mediática y premonitoria María Fernanda Cabal, ya dio un trino, el 23 de mayo, señalando “¡ATENTOS! En unas horas daré primicia sobre nuevos hallazgos respecto a la contratación de la Registraduría, que pondrían en peligro las elecciones presidenciales del domingo”. Muy peligroso ese mensaje, si de esta situación ya habían tratado los líderes del “Pacto Histórico”. Sin dejar de contar que en las recientes pasadas elecciones legislativas, el expresidente Uribe también relacionó “estas elecciones dejan toda la desconfianza, E-14 llenos de tachones, enmendaduras, firmas que no coinciden, a las inconsistencias, se suma la abrumadora votación del petrismo en zonas de narcotráfico. No se puede aceptar este resultado” (twitter del 19 de marzo 2022), esto no es ni más ni menos que un llamado ilegitimo a la desobediencia civil.
Grave también que algunos patrones amenacen despedir a los trabajadores que no voten, según sus preferencias, esto es un delito, y causa sorpresa las intervenciones en política de altos dignatarios del gobiernos y mandos superiores de las Fuerzas Armadas, contra algunos candidatos, esto es evidente, pero solo se aplica en forma pronta y rigurosa la ley a algunos simpatizantes, servidores públicos de los partidos contrarios.
Se nos está presentando una campaña penosa, además de vergonzosa. En estas elecciones está en juego la democracia y el Estado de Derecho. Todos los ciudadanos de bien debemos convertirnos en veedores de estas jornadas.
Nuestro español es muy versátil, por ejemplo, para decir tonto, de otras maneras, se le puede motejar como aguacate, zonzo o inclusive hasta agüevado. No puede permitir de ninguna manera, que su voto se vaya a la basura o que se torne en un medio para perpetuar la corrupción, la violencia, la muerte de líderes sociales, etc, etc. Elija razonadamente, con tranquilidad, analice todas las opciones posibles, para que luego no se arrepienta. Se recuerda que en Colombia, al tonto también se le dice “zopenco”, en España “gilipollas”, en Argentina significa “boludo”, en Perú se le llaman “zanguangos o zonzonecos”, en Venezuela se llama “coñoemadre” y en México “zorimbo”. Las elecciones de este veintinueve de mayo son en extremo importante para todo el pueblo Colombiano, las cifras, como lo vimos, de hambre, de desempleo, de desnutrición, de inflación, de unas subidas espantosas en los servicios públicos y canasta familiar son horrorosos.
Orlando Díaz Atehortúa
Profesor Universitario