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Proclama por la Cultura

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Por Iván Sanes Pérez

Este 19 de junio comienza un nuevo capítulo en la historia de nuestro país y el nuevo presidente de la República se enfrentará a muchos retos.

Con esta columna los invito a reflexionar y analizar los retos que, desde mi perspectiva y experiencia, deberá asumir el nuevo mandatario en materia de cultura. Las siguientes son consideraciones para coadyuvar con propuestas a que este importante sector tenga el lugar que se merece en esta sociedad como parte esencial del desarrollo integral del ser humano.

Como primera medida, urge iniciar un proceso juicioso de revisión y modificación de leyes que contribuyan a mejorar el panorama financiero de la inversión en cultura, sin afectar el Presupuesto General de la Nación. Esbozo algunas:

La Ley de Espectáculos Públicos en su séptimo articulo: Se hace necesario pasar de tres UVT (Unidades de Valor Tributario) a una UVT el cobro de contribución parafiscal a la boletería, lo que generaría un mayor recaudo y, a su vez, más presupuesto para los municipios, pues a la fecha son una minoría los que generan este gravamen. En su Artículo 13 es necesario adicionar la asignación de los recursos que también sirvan de apoyo en la compra de dotación para las artes teniendo en cuenta las múltiples necesidades y limitación de recursos.

Excluir de la Ley 863 de 2003 en su Artículo 47 la estampilla Procultura. Actualmente se destina un 20% de esta para financiar los Fondos de Pensiones Territoriales, los cuales llevan ya casi 20 años nutriéndose de esta fuente, tiempo suficiente para haberlo saneado o para que estén a punto de hacerlo.

Con los recursos de regalías se les debe facilitar a los entes territoriales la posibilidad de ser proponentes de proyectos que estimulen la cultura, ya sea con proyectos ‘tipos’ o estableciendo un mínimo de inversión, tal como se hace para la población en condición de discapacidad.

Es muy importante revisar el Decreto 2012 de 2017, Ley 1328 de 2009 y todas aquellas normas y reglamentaciones que permitan mejorar la condiciones económicas de los gestores culturales, receptores de los Beneficios Económicos Periódicos Sociales (BEPS). Desde 2018 a la fecha, en mi gestión como dirigente de la cultura logramos que Cartagena de Indias y Bolívar se posicionaran en el país como los territorios que más beneficiarios de BEPS tuvo; no obstante, observo posibles inconsistencias en su planteamiento que deben ser revisados a fondo con el fin de que dichos recursos impacten mayoritariamente a los gestores y artistas. Actualmente gran parte de esos dineros van a Colpensiones y demás aseguradoras. La intermediación va en detrimento del gestor cultural.

Con relación al Impuesto Nacional al Consumo (INC) telefonía móvil, es momento de ajustarlo o pensar en una alternativa diferente como fuente de recursos ya que es un impuesto que anualmente tiende a la baja mientras las necesidades aumentan. Para quienes desconocen su funcionamiento, este es un impuesto que cobra el 4% sobre los servicios de telefonía, datos y navegación móvil. Curiosamente, por razones de la dinámica propia de este mercado, cada día es menor el valor de la facturación, cuando debería ser lo contrario, pues se estima que diariamente hay más demanda.

Con estas reflexiones quiero demostrar que es indispensable aumentar la inversión en cultura pero no precisamente en materia de infraestructura, lo cual es, en realidad, “harina de otro costal”, sino en herramientas y recursos que permitan la circulación de los artistas; la dotación de instrumentos y vestuarios; el aporte de un capital semilla que permita iniciar nuevos emprendimientos culturales; la realización de festivales, ferias, fiestas y conciertos que den vida a la comunidad artística, así como la inversión en formación de públicos, un asunto primordial.

Sin duda, el aumento al presupuesto de las bolsas de estímulos y concertación del Ministerio de Cultura permitiría adelantos en esa dirección, programas que gozan de excelente reputación que sin duda se podrían fortalecer, afianzar y optimizar.

Es el momento de que las artes y la cultura recuperen el espacio perdido en las aulas y regresen a ser parte fundamental de la malla curricular de los colegios y escuelas del país. Seguramente tendremos seres humanos mejor preparados y con una mejor actitud y aptitud frente a sus vidas y su papel en nuestra sociedad.

Es ilógico que el Ministerio de Cultura maneje un presupuesto inferior al de la Secretaría de Cultura de Bogotá, ciudad que, además, también es beneficiaria de esta bolsa nacional. Se hace entonces necesario buscar alternativas y estrategias que permitan una mayor inyección de recursos al Ministerio, tal vez a través del 4 por mil, para que así las regiones y sus procesos se beneficien.

Cabe recordar que Colombia es un país rico y diverso culturalmente, y por ello cada región tiene dinámicas diferentes que requieren ser tratadas como tal, con enfoque territorial.

Seguiremos, pues, soñando con un país con más arte y cultura, en el que las acciones y manifestaciones de los artistas y gestores culturales no sean protagonistas de un proceso de lucha constante y de resistencia sino de la promoción de una sustancial mejora de su calidad de vida y de de su entorno. Finalmente, es la gente nuestro más preciado patrimonio.

* Director de Icultur; abogado e ingeniero de Sistemas; magíster en Derecho y Gestión Urbanística; magíster en Educación; especialista en Gestión Gerencial, en Derecho Administrativo y en Derecho Urbano. Exconsejero nacional de cultura y actual miembro de la junta directiva de Foncultura.

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