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Rafael Vergara Navarro, un ambientalista incansable

A la edad de 73 años y por problemas de salud murió hoy en su residencia del barrio Crespo en Cartagena, el abogado y ambientalista Rafael Vergara Navarro.

Su muerte ha sido muy lamentada en círculos sociales y políticos en donde lo conocían y de qué manera, todo lo que realizaba lo hacía en función del medio ambiente.

Sus principios lo llevaron a pelear constantemente por la defensa de los cuerpos de agua: Caño Juan Angola, Ciénaga de la Virgen, La Bocana, los manglares y todo lo que representaba una férrea defensa del medio ambiente.

Fue una de las primeras personas en advertir hace muchos sobre el problema que se iba a originar en el planeta por el calentamiento global y el tiempo le dio la razón.

Luis Tarrà Gallego, periodista, amigo y vecino por muchos años, lo califica como un hombre fiel a sus principios.

Fue militante del desaparecido M 19. Pudo haber entrado a la política en coche como sucesor natural de su padre el destacado político liberal Rafael Vergara Tamara pero prefirió las dificultades de la lucha fiel a sus principios.

Aún sin terminar sus estudios de abogacía le tocó sustanciar uno de los casos del entonces omnipotente Grupo Grancolombiano de Jaime Michelsen Uribe y actuó con toda la honradez del caso lo que le costó innumerables problemas en la Superintendencia Bancaria en el gobierno de Julio César Turbay Ayala de la total intimidad y complacencia de su padre el senador Rafael Vergara Tamara.

Su paso al M19 lo puso en la mira de los órganos de inteligencia en los tiempos del Estatuto de Seguridad y fue el propio presidente Turbay quien le avisó a su papá y en el baúl de un carro oficial fue llevado a El Dorado de donde partió a un largo exilio en México.

Fue un extraordinario y leal amigo, consecuente con sus convicciones pero tolerante con las de sus amigos.

Por eso este momento de cierre, dice Tarrá solo nos queda el recuerdo de un hombre consecuente, cordial y magnífico amigo-

Fue mi vecino por muchos años y siempre que coincidíamos en la puerta me gritaba con cariño sin par: “¿Barriga pa donde llevas al señor Tarrá?”

En estos momentos, solo me queda elevar una oración piadosa por el descanso eterno de su alma,.