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Recordando a Juan José Nieto

Por: Orlando Díaz.

(A propósito que un 25 de enero del año 1861, inicio del ejercicio de su presidencia)

Basta con recordar al tuerto López, en su poema “a mi ciudad nativa”, cuando el poeta señalaba: “fuiste heroica en los años coloniales, cuando tus hijos águilas caudales, no era una caterva de vencejos” para que inmediatamente nos venga a la memoria, esos grandes hombres de la Cartagena de ayer.

Qué falta nos están haciendo en esta urbe, hombres como el general Nieto. Ellos eran íntegros, luchadores, leales para con la causa, honestos y libre pensadores. No como en la actualidad, cuando algunos mal llamados políticos, son investigados y juzgados por ser timadores, falsificadores de diplomas universitarios, y vaya paradoja, hasta de narcotraficantes.

El “negro Nieto” nació en Baranoa, en una cuna humilde. Su familia se dedicaba a la fabricación de mechas para las velas y desde adolescente, trabajó en el almacén de José Palacio Ponce de León, quien le facilitaba libros para su formación autodidacta. Sin falsificar ningún título universitario, en 1836 ocupó el cargo de diputado a la cámara provincial de Cartagena, su entereza lo llevó a participar en la guerra de los supremos, y luego, bajo la presidencia de José Hilario López, un 22 de julio de 1851, fue nombrado gobernador de la provincia de Cartagena.

Un 1o de enero del año 1852, fiel a los artículos que publicaba en el periódico “La Democracia”, en la plaza del “matadero” en Cartagena, una vez ordenada por ley la abolición de la esclavitud, manifestó: “Mis hermanos, desde hoy se acabaron los esclavos, y es por eso que les saludo en este día, el mas bello que ha traído la República… Es el día en que ha desaparecido de entre nosotros el odioso título de señor y esclavo y en qué ninguno de nuestros hermanos llevará colgado en su cuello, la poderosa, la negra, cadena de la servidumbre (…). Celebramos el triunfo de la humanidad sobre la violencia. Bien puede pesarle a los rancios privilegios, nada importa”.

Nuestro personaje, es autor de un folleto, titulado: “derechos y deberes del hombre en sociedad” que data de 1834, documento que tiene la línea política del general Francisco de Paula Santander y que tiene la influencia del enciclopedismo francés y las ideas de Montesquieu. Siendo presidente del Estado soberano de Bolívar, se declaró mandatario de la Confederación Granadina y se convirtió así, el 25 de enero de 1861, en el primer y hasta ahora, el único afrodescendiente que ha ocupado la presidencia, cargo que regentó hasta el 18 de julio de 1861.

La historia lo quiso borrar de ese sitial, pero fue el sociólogo e historiador Fals Borda, quien encontró su cuadro en medio de los escombros en el palacio de la inquisición y nos recordó, que luego de su muerte, su retrato fue enviado a Paris, para retocar e incluso, aclarar la piel del prócer (la intención era la de ponerlo más blanquito). Luego, el museo histórico recibe el cuadro y es presentado como “un general costeño” del siglo XIX.

En 1874 se restauró la pintura y “el mulato” volvió a reaparecer, con su piel original. No debemos olvidar que en 1865 se le entregó la espada de honor por parte del congreso y muchos recuerdan a Nieto por su destacada papel como literato pues es autor de las novelas: Rosina (1850), Ingermina  o la hija del calamar (1844) y los Moriscos (1845). Líderes como el negro Nieto, auténticos y originarios del Caribe, son los que reclama nuestro país en estos momentos tan cruciales y tan oscuros de nuestra historia. La invitación es a seguir su importante legado y que sirva de inspiración a las nuevas generaciones de líderes del país, en especial a tantos afrodescendientes discriminados injustamente.