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Gustavo Arango, el escritor que halló la novela póstuma de Gabo

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Por: Juan Carlos Guardela

El periodista y escritor Gustavo Arango rescató del olvido el manuscrito ya terminado de la última novela del colombiano. Por estos días el tema está candente, hasta el punto en el que Salman Rushdie, el autor de Los versos satánicos, declaró que publicarla sería una traición a Gabo.

Desde su biblioteca Rushdie aseguró, por vía telemática en la sesión inaugural del festival Kosmopolis 2023, que está en contra de que dicha novela se publique, porque el colombiano expresó su deseo de que no se publicara. “Él no quería que se publicara. La escribió mientras padecía demencia y me preocupa que llegue a las librerías. Yo digo desde ya que en la universidad de Austin tengo algunos manuscritos algo agobiantes que no quiero que se difundan”, aseveró el autor británico-estadounidense de origen indio.

No obstante, por otro lado, existen defensores de la publicación de esta novela del colombiano, como la autora Wendy Mitchell, quien también padece de demencia y pese a su condición ha sido capaz de escribir tres libros sobre enfermedades de tipo mental. Mitchell escribió en una columna en el The Guardian que “el autor colombiano no quería que se publicara su último libro, pero la decisión de sus hijos de hacerlo es inspiradora para escritores como yo” (…) “tal vez el libro proporcione algo más, una pista de cómo su talento había cambiado o no con la demencia a cuestas. Seguramente la demencia no le había quitado todas sus habilidades. Todos tenemos talentos y no los perdemos de repente de la noche a la mañana cuando nos diagnostican. Entiendo perfectamente por qué Márquez siguió escribiendo”.

Mitchel de esta manera da un espaldarazo a la edición de la novela descubierta en unos anaqueles por el periodista y narrador Gustavo Arango, uno de los gabólogos de Colombia más citados por otros gabólogos en el mundo.

Arango hace décadas demostró con éxito que es un narrador formidable con la publicación de una veintena de libros con un amplio abanico de temas. Antes de pandemia fue noticia en el panorama literario norteamericano. Logró redescubrir a una escritora olvidada: Marilla Waite Freeman. Lo hizo por medio de un papelito hallado en la correspondencia de esta autora con el poeta inglés John Masefield, en la Biblioteca Pública de Nueva York. En pocas palabras le dio a conocer a los gringos una autora de marca mayor con un legado extraordinario.

Arango tuvo el privilegio de trabajar en el mismo escenario en el cual Gabriel García Márquez aprendió a escribir de la mano de Clemente Manuel Sabala, el otrora jefe de redacción de El Universal. Incluso el novelista colombiano, en vida, se refería a él como su biógrafo, lo que pasó de ser una “mamadera de gallo” a una realidad de peso.

Como investigador Arango se detiene en las minucias y siempre en ellas encuentra asuntos de interés en la vida y obra de los autores que investiga. Así pasó con la famosa carta del escritor Carlos Alemán a mediados de 1950, cuando Gabriel García Márquez era columnista de El Heraldo. En esta carta abundan las referencias literarias que evidencian las influencias del futuro Nobel. Ésta y miles de otros detalles conformaron Un ramo de no me olvides, un libro sobre los inicios literarios de Gabo que es de obligada referencia en el mundo.

Arango es un colombiano que escribe en inglés sobre la vida y obra del autor de Aracataca. Hace largos meses se fue a Texas a mirar el archivo Gabo y halló ese manuscrito del que tanto habían calificado de “novela inconclusa”. Resultó que no, que Gabo la había terminado.

¿Cuál es la importancia de esta novela póstuma de Gabo?

La importancia de En agosto nos vemos reside en que ofrece un panorama más completo del legado de Gabriel García Márquez como un autor versátil, capaz de reinventarse de muchas maneras. Esa novela que corría el riesgo de permanecer inédita reivindica el talento de su autor para la construcción de personajes femeninos, un talento que se le había visto en Cien años de soledad y que él mismo admitía haber perdido un poco, después de los elogios que recibió por esa capacidad que le viene del mundo de mujeres de su infancia.

Esta novela es, también, un cierre más digno para el conjunto de su obra. Pues la última novela que le conocíamos, Memoria de mis putas tristes, tiene unas connotaciones escabrosas que hicieron del autor el blanco de una policía moral disfrazada de crítica, la cual juzga la moral de un autor por la moral de los personajes.

No hay que olvidar que, como decía Chesterton, “si los personajes de un libro no son inmorales, el libro lo es”.

¿Cómo ubicó el texto y se interesó por él?

Tras la muerte de García Márquez se habló mucho de esta novela y, en un principio, pensé que lo más natural era que se publicara. Luego supe que, al parecer, la novela estaba inconclusa y que su familia había decidido que permaneciera inédita. En mayo del año pasado estaba en la etapa final de escritura de Caribbean Troubadour, mi libro en inglés sobre García Márquez, y decidí visitar el Harry Ransom Center de la Universidad de Texas. Una vez allí, lo primero que hice fue pedir la novela y leerla de un tirón. Así descubrí que no era cierto que En agosto no vemos estuviera inconclusa.

Gabo. Madrid, 1994. Foto: Gorka Lejarcegi.
Gabo. Madrid, 1994. Foto: Gorka Lejarcegi.

Mi experiencia como escritor y como editor me permitió entender que solo hacía falta unos pequeños ajustes para que fuera publicable. Junto al manuscrito de la novela encontré una opinión desfavorable de un lector de la agencia que representaba a García Márquez. No se necesitaba mucha imaginación para entender que ese concepto único, y poco generoso, era lo que había condenado la novela a permanecer inédita.

Después de esa lectura decidí agitar un poco las aguas. Publiqué una defensa de la novela en Confabulario, el suplemento cultural de El Universal de México. Poco después, en El club de lectura de Caracol, insistí en la importancia de que esta novela se publicara. Al poco tiempo me enteré de que los hijos de García Márquez se disponían a reconsiderar la publicación de la novela. En abril pasado, con el anuncio de que sería publicada, supe que mi campaña había arrojado frutos.

¿Cómo hallar una joya en ese mundo de papeles?

El Harry Ransom Center tiene un catálogo muy detallado de los materiales de la colección de Gabriel García Márquez. La novela la prestaban bajo condiciones especiales. Había que leerla en la sede del centro. No era posible tomar fotografías del texto. Entre los aspectos fascinantes que En agosto nos vemos ofrece está la presencia de múltiples borradores, desde los más incipientes hasta los más avanzados. Fue justamente la presencia de versiones muy trabajadas de los capítulos lo que me alentó a defender la publicación de este libro que representa el último y quizá más difícil esfuerzo creativo de García Márquez.

Libretas de periodista manuscritas por Gabriel García Márquez que es encuentran en el archivo del Harry Ransom Center de la Universidad de Texas / Foto: Gustavo Arango
Libretas de periodista manuscritas por Gabriel García Márquez que es encuentran en el archivo del Harry Ransom Center de la Universidad de Texas / Foto: Gustavo Arango

Al parecer entre la obra de Gabo y su vida ocurrieron sincronicidades. Una detrás de otra, hasta que llegó finalmente al manuscrito de esta novela. Cuéntenos ese periplo.

Siempre he seguido con atención y admiración la vida y la obra de García Márquez. La hojarasca fue una de las primeras novelas que leí por interés propio. Cuando estaba en la universidad, en Medellín, solía decirles a mis compañeros que quería trabajar en El Universal, porque allí era donde García Márquez había empezado su carrera de reportero. Aquella fue una profecía que se cumplió. Pues no solo trabajé en El Universal, sino que también allí pude conocer a García Márquez y escribir Un ramo de nomeolvides, un libro sobre sus inicios.

Desde entonces he quedado matriculado como “gabólogo” y he seguido escribiendo sobre su vida y sobre su obra. También tuve la fortuna de participar en uno de sus talleres de narración periodística. Mi condición de “gabólogo” me ha permitido visitar lugares tan insólitos como Noruega o el mismo Texas, y conocer personas que inspiraron sus cuentos, como la actriz brasilera Silvana de Faria. Tan estrecha ha sido esa relación que a veces sueño que hablo con él.

En una ocasión, cuando estaba escribiendo la novela Santa María del Diablo, se me apareció en sueños y me regaló una frase para el libro.

¿Cuáles eran las razones de la negativa de la familia para que se publicará?

Creo que la opinión del lector de la agencia influyó mucho para que la familia de García Márquez decidiera inicialmente no publicar la novela. Supongo también que querían evitar que se les criticara por el posible interés económico detrás de la publicación de un libro que su autor no pudo llevar a su versión final. En mi argumento para justificar su publicación les decía que era una traición mayor adaptar Cien años de soledad que editar una novela que solo requeriría un pequeño trabajo de edición.

Percibo que la aceptación de hoy por parte de la familia se debe a su hallazgo. ¿Qué significa este momento en su vida y obra como escritor?

A través de Dasso Saldívar, uno de los biógrafos de García Márquez, pude enterarme del proceso detrás del cambio de opinión de los hijos de García Márquez. Es evidente que mi campaña para rescatar la novela tuvo que ver para que reconsideraran la decisión inicial. Me alegra haber sido instrumental para que el legado de García Márquez tenga la reivindicación que representa esta novela que aparecerá publicada el año entrante. Fue una oportunidad para agradecer a un autor que quiero mucho y que fue fundamental en mi vocación como escritor. Por lo demás, sigo en mis cosas. Ahora escribo una novela sobre los diez años que viví en Cartagena, una época en la que fui feliz haciendo periodismo y literatura, y donde –entre muchos hechos afortunados– tuve la fortuna de conocer y tener encuentros significativos con el más grande escritor que ha dado nuestro tiempo.

Columna publicada el 19 de noviembre de 2023

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