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EL STRESS DE SIN
Amylkar D. Acosta M[1]
La crisis actual del sector eléctrico tiene como telón de fondo un Sistema interconectado nacional (SIN) en un alto grado de stress debido a la insuficiencia de la oferta de energía, que ha venido creciendo a un ritmo del 2.5% mientras la demanda a nivel nacional crece al 8.3% y ello debido al atraso en la ejecución de varios proyectos de expansión de la capacidad de generación. A guisa de ejemplo, de los 6.608 MW que ha debido entrar a operar en 2023, sólo lo hicieron 1.141 MW, el 17%, gracias a la incorporación de 2 nuevas unidades de HIDROITUANGO y a la repotenciación de dos unidades de TERMOCANDELARIA. Ello, además está repercutiendo en las alzas tarifas por la presión que ejercen sobre los precios de la energía en Bolsa.
Es de destacar que los proyectos asignados en las subastas de 2019 y 2021 para la instalación de los parques eólicos en La guajira, con una capacidad de 2.400 MW, de tal suerte que, debiendo haber entrado en operación los primeros en 2022, hasta la fecha no se cuenta con ninguno de ellos. Ello, además de afectar la capacidad instalada de generación, en tratándose de tecnologías que le imprimen al Sistema una mayor resiliencia frente a las condiciones adversas del cambio climático, su entrada en operación contribuiría a frenar la escalada alcista de los precios en Bolsa y las tarifas de energía dado sus menores costos de generación. Es fácil colegir que si el SIN contara, en esta angustiante coyuntura, con los proyectos cuya ejecución está en pausa, hubieran entrado a tiempo, no estaríamos en estas afugias, dependiendo de la aleatoriedad de los caprichos de la naturaleza, implorando para que llueva!
Con el antecedente de los registros que muestran, según la Presidenta de la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (ACOLGEN) Natalia Gutiérrez, que “sólo 6 de 10 MW de las asignaciones en subastas previas entraron en operación y menos de 3 de cada 10 lo hicieron en la fecha programada”, mueve a la preocupación sobre las perspectivas hacia el mediano y largo plazo. Tanto más en cuanto que en la más reciente subasta, que tuvo lugar en febrero de este año, las asignaciones, a falta de apetito de parte de las empresas que podrían estar interesadas, fueron insuficientes para satisfacer la demanda prevista para los años 2027 – 2028. Y lo que es más grave el 99% de los 4.441 MW asignados corresponde a proyectos solar-fotovoltaicos, los cuales, por ser intermitentes, requieren contar con respaldo, ya sea hídrica o térmica. La propia Unidad de Planeación Minero – Energético (UPME) prevé, desde ya, que mientras para entonces la demanda de energía será del orden de 263 MWHD, la Oferta de energía en firme (OEF) será del orden de 249 GWHD. Es decir, que está cantado el déficit, razón por la cual hay premura para que se convoque otra subasta para conjurarlo.
Pero la situación se complica aún más debido a que los atrasos en la ejecución de los proyectos se extiende también a los proyectos de transmisión. Como se recordará XM dio cuenta a través de un comunicado que circuló a finales del año anterior que debido a la incapacidad de las líneas de interconexión de energía de transportar la cantidad suficiente para satisfacer la demanda de la región Caribe, se estaba registrando una “demanda no atendida”, que es como llama XM eufemísticamente el racionamiento en la prestación del servicio a la cual vienen siendo sometidos los 2.4 millones de usuarios en la región. Ello, debido “al agotamiento de la red de transmisión”. Advierte, además, que “la demanda no atendida que se viene programando en la región Caribe como consecuencia del agotamiento en la red de transmisión regional podrá incrementarse en la medida en que crezca la demanda de energía en dicha zona”. Y en efecto, la demanda ha venido creciendo a un ritmo inusitado que sobrepasa el 11%. Este hecho ha pasado por desapercibido porque este país es tan centralista que mientras no llueva en Bogotá no se reconoce que hay invierno en el país!
No obstante, esta anómala situación está a punto de repetirse en el Centro del país, particularmente en la Sabana de Bogotá. Lo ha dicho claramente el Presidente del Grupo Energía Bogotá (GEB) Juan Ricardo Ortega, vivimos “un momento de enorme vulnerabilidad. Si la demanda de energía sigue creciendo y no hay nuevas líneas de transmisión, hay que decidir qué parte de la demanda no va a ser abastecida…Estamos a la vuelta de la esquina de recortes de recortes de energía. La gente no va a poder tener la certidumbre de que su nevera va a tener electricidad 7 X 24”. A falta de líneas con capacidad de transportar la energía desde las fuentes de generación, HIDROITUANGO, HIDROSOGAMOSO y CHIVOR, se está dependiendo actualmente de TERMOCIPA (Boyacá), que opera con carbón.
Y la principal razón que ha impedido la ejecución de los proyectos tendientes a fortalecer la capacidad de transporte de la energía es por demoras en la expedición de las licencias ambientales, cuando no obedece a la conflictividad social y dificultades en las negociaciones de las servidumbres en los predios por donde pasa el trazado de las líneas. Afirma Juan Ricardo Ortega, entre desconsolado y resignado, que “si llega a fallar un par de máquinas de Termozipa podemos tener restricciones hoy”. Y, oh paradoja, la energía limpia proveniente de las hidroeléctricas es reemplazada por la que contamina proveniente de una térmica. Mucha razón le cabe al Presidente Gustavo Petro cuando afirmó que “frenar un proyecto de energías limpias por razones ambientales es un exabrupto” y acotó además que “las entidades públicas (UPME, ANLA y Ministerio del Interior) no están preparadas para este proceso”, refiriéndose a la Transición energética justa contemplada en el Plan de desarrollo, como programa bandera de este Gobierno!
[1] Miembro de Número de la ACCE