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Un “Ángel” le pidió una carrera y lo convirtió en Policía

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El patrullero Luis Carlos Gutiérrez González, trabajaba como mototaxista y bajo el inclemente sol de Cartagena de Indias y hace 14 años encontró su verdadero destino: Policía Nacional.

El patrullero Luis Carlos Gutiérrez González, quien ya lleva casi 14 años en la Policía Nacional, muy lejos estaba de imaginar que su vida cambiaria gracias a un “Ángel” que se subió en su motocicleta donde se ganaba la vida cuando apenas comenzaba el fenómeno del mototaxismo en la Heroica Cartagena de Indias.

Por cosas del destino ese día esperaba un pasajero en la Bomba El Amparo cuando de repente escuchó una voz que le dijo, “mi valecita me puede llevar por dos mil luquitas a Manga es que no tengo más, estoy tirao”.

Dice que miró y algo interior le hizo decir que sí. De inmediato reaccionó, “súbete mi hermano yo te llevó”. Tenía la impresión que conocía a aquel muchacho que acababa de bajarse de un taxi y quien le contó en el camino que venía de Montería como Policía para la Metropolitana pero se había quedado sin dinero.

“Con la idea que lo había visto en alguna otra parte, le pregunté si había prestado el servicio militar, me dijo que sí y le dije tu eres Jiménez yo soy Gutiérrez, prestamos el servicio militar juntos, de inmediato me reconoció y desde ese mismo instante cambió la vida para mí”, narra emocionado el Patrullero.

Dice que su compañero no entendía como teniendo libreta militar de primera, estaba trabajando como mototaxista. “Él me dijo enseguida, yo te puedo ayudar para que ingreses a la Policía. Desde ese entonces me insistía y me insistía y yo comencé a reunir los papeles”.

El patrullero narra que no era fácil reunir cinco millones de pesos que necesitaba para ingresar a la Policía, pero tampoco era imposible, comenzó a trabajar de día y de noche en aquella motocicleta que le daba su sustento diario. Bajo el inclemente sol cartagenero que amenaza con tostar la piel, las repentinas lluvias que generan resfriado y dejando el alma en aquel vehículo, logró reunir cuatro millones de pesos, el millón que le faltaba lo consiguió con un hermano quien, pese a que económicamente no estaba bien, hizo el esfuerzo y desde Panamá donde trabaja hace años, lo apoyó y le dio ánimos para no decaer en el intento, “fue otro “Ángel en mi camino”, dice visiblemente emocionado.

Luis Carlos Gutiérrez González, nació el 22 de noviembre de 1981 en Tierra Alta Córdoba, allí estudió primaria y bachillerato, esa zona del país la describe como hermosa y productiva para los cultivos, pero caliente por factores de violencia y presencia de armados ilegales. “Por allá no voy desde hace años y ahora con ese tema del plan pistola es mejor prevenir”, señala.

De la Institución que la ha cambiado la vida solo quiere salir jubilado. Su mayor orgullo es su familia y su felicidad Mariana y Luis Manuel, sus hijos.

En 1999 se presentó en el Batallón Junín a prestar su servicio militar, un año después llegó a la capital de Bolívar, con una libreta de primera clase, pero sin saber que hacer. Comenzó a trabajar en una tienda con un hermano y de allí se fue para una empresa de vigilancia, pero como no le pagaban puntual no tenía como solventar sus necesidades. Se retiró y comenzó como vendedor en empresas distribuidoras de mekatos.

Llegó el momento de presentarse a la Policía, estaba listo emocionado, ya tenía 26 años, ese día se iban a escoger 100 hombres y habían 200 peleando por un cupo. “ví puro pelao y dije aquí no paso, pero me llene de fe y esperanzas y las cosas se dieron para bien. Fue un proceso de ocho meses”, cuenta abriendo sus manos y encogiendo los hombros como si aún no lo creyera.

Recuerda que el primer día lloró de felicidad, era uno de sus mejores logros gracias a un “Ángel” que se le atravesó en su camino y de quien está eternamente agradecido, “ese día yo estaba en el lugar indicado y a la hora indicada, y eso es obra de Dios”. Fue la mejor carrera que hizo en todo el tiempo que estuvo rebuscándose como mototaxista.

Uno de los días más felices de su vida fue cuando lo llamaron para entregarle el uniforme verde oliva por el que tanto había luchado. “Me puse el uniforme y comencé a tomarme fotos, Dios mío gracias, repetía una y otra vez. Mis papas no sabían que yo era Policía fue una sorpresa el día de la graduación. Cuando me presenté no me reconocían. Estallamos en llanto era un momento único y memorable. Mi hermano el que me ayudó con el millón de pesos los llevó engañados a la escuela en Barranquilla. Mamá esto es esfuerzo, sacrificio y compromiso, esas fueron mis palabras en medio de lágrimas. El momento quedó plasmado de inmediato en una fotografía que sus padres muestran con orgullo”.

Cuenta que, “me dieron cinco días de permiso. Regrese a Barranquilla. Era diciembre, una época dura porque nos tocó 24 y 31 fuera de la familia. La navidad y el año nuevo nos sorprendió prestando seguridad en el Puente Pumarejo, con mis compañeros nos dimos un abrazo y seguimos pa’lante, era nuestro trabajo y para ello nos habíamos hecho Policías”.

A finales de enero sus superiores lo enviaron para El Espinal, Tolima, era el momento de hacer curso de contraguerrilla, tras el fuerte entrenamiento lo trasladaron para el Chocó, donde estuvo dos años tratando de entender aquella cultura a la que se adaptó rápidamente como también a la gastronomía a donde todo lo preparan con un ingrediente especial. “Allá a todo le echan queso”, dice sonriendo.

Del Chocó comenzó a recorrer el país porque fue asignado a un grupo con disponibilidad para apoyar hechos de orden público en cualquier parte de la geografía colombiana. Andaban motorizados y armados hasta los dientes. En esas andanzas narra que salvó la vida de su compañero el hombre que conducía la moto tras ser hostigados, “se estaba desangrando logré taparle la hemorragia hasta que llegó el apoyo con un enfermero”.

Señala que el “Plan Pistola”, lo pone un poco nervioso y le duele mucho ver caer a sus compañeros de manera tan miserable a manos de esos criminales. “Andamos con la fe en Dios y poniendo en práctica el entrenamiento que tenemos para no ser sorprendidos por el enemigo”.

La noticia del primer embarazo de su esposa Danny Luz, la recibió en medio de patrullajes en Taraza Antioquia. Fue un momento para agradecer a Dios y llorar de felicidad ante la mirada y aplauso de sus compañeros. La noticia de su segundo hijo también llegó por sorpresa en medio de operativos en Buenaventura. No se lo esperaba porque con su esposa habían acordado quedarse solo con Mariana. Luis Manuel como decidieron llamarlo, nació el día de la Policía Nacional, 5 de noviembre.

Decían los abuelos en el pueblo que cada niño trae el pan debajo del brazo, pero en este caso llegaron las afugias económicas, no alcanzaba el dinero que ganaba en la Policía, “los potes de alimentos estaban muy caros y los pañales aún más”, dice.

Por el nacimiento de su segundo hijo le dieron permiso y la única forma que encontró para solventar las necesidades fue volviendo al mototaxismo. “siendo Policía me tocó salir a rebuscarme en la motico. Tiempos difíciles que gracias a Dios hoy tienen su recompensa”, afirma.

El Patrullero es un hombre que ha trabajado duro, hasta confites vendía en los buses y siendo Policía entre sus compañeros y donde llegaba, ofrecía productos que compraba en San Andresito, collares, anillos, pulseras… “Mis compañeros entre risas y chanzas decían que yo debí dedicarme al comercio no a la Policía. Este man es comerciante” … Su faceta como vendedor aún sigue vigente ahora ofrece productos por internet y así hace crecer su salario para mejorar la calidad de vida de su familia.

El patrullero quien tiene raíces campesinas y ahora hace parte de los Carabineros en Arjona, Bolívar, se siente como en casa, ayudando a la gente que cultiva la tierra para proveer los alimentos en medio de dificultades por falta de agua, vías, malos precios y hasta oportunidades de estudio.

En su niñez sembraba yuca maíz, cogía algodón y aprendió secretos de la naturaleza que comparte con los campesinos de la zona y ayuda a que los cultivos tengan agua a tiempo en zonas veredales donde esta es escasea. Los sancochos comunitarios son otra forma de acercarse y compartir con ellos. También ha sido enlace para que las comunidades indígenas se vinculen al SENA y sean productivos en actividades artesanales.

Se define como un hombre luchador, incansable, soñador que con honestidad persigue sus sueños. Quiere ser Comisario de Policía y seguir escalando con principios y valores en la Institución de la cual se siente orgulloso sirviendo a su patria.

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