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Por: Freddy Machado

Los alcaldes en Colombia no reconocen sus limitaciones e incompetencias en la lucha contra la delincuencia. Sin embargo, no son limitaciones ni incompetencias, es física ausencia de políticas sociales en materia de educación, recreación, salud y vivienda.

Es decir, el impacto y la incidencia de la delincuencia se debe a la ausencia de inversiones en lo social.

Entonces, los alcaldes necesitan un culpable para distraer y ocultar la razón de ser del problema. Esto ya lo documentamos en un artículo anterior (¿Necesitan culpable:? Los jueces https://mundonoticias.com.co/necesitan-culpable-los-jueces/) y eso explica por qué descalifican y arremeten contra el poder judicial.

El hecho relevante es que “la calentura no está en las sábanas sino en la fiebre del enfermo”. Los alcaldes en Colombia son felices criticando a los jueces y fiscales, desconociendo el contexto de la justicia, entendida esta como Juzgados, Fiscalía, Defensoría, Procuraduría, Inpec, ICBF y Policía.

Muchos alcaldes hasta se ensañan con un servidor en particular y lo exponen públicamente en un ejercicio de matoneo o linchamiento mediático.

En esta discusión es evidente que los alcaldes no distinguen entre la persona del servidor judicial y la institución que ellos representan. Por lo mismo, cualquier ataque exigiendo, por ejemplo, una mayor eficiencia, debe hacerse contra la entidad y no contra sus servidores, especialmente cuando la Rama Judicial -Fiscalía y Jueces- recargan a sus servidores con más de 1.000 procesos o cuadernillos. Es más, muchas veces los fiscales asumen tales procesos sin contar con asistentes ni investigadores de Policía Judicial y mucho menos, equipos e infraestructura.

Y, en el caso de la Fiscalía, existen Delegados que, al tiempo, atienden varias despachos.

En Colombia, el poder ejecutivo y legislativo, propician el caos en la justicia pues le niegan un presupuesto suficiente que autorice una mayor planta de personal, mejor infraestructura y una optima tecnología que pueda garantizar una institucionalidad acorde con el crecimiento poblacional, la demanda de justicia y con el fin de materializar un verdadero equilibrio de poderes.

Independientemente de lo anterior, la Rama Judicial en el cumplimiento de su misión, no necesita de halagos ni de aplausos pues la justicia no le apuesta a la popularidad -como los alcaldes y demás políticos- sino a su autonomía e independencia.

También se cuestionan las penas bajas que imponen los jueces, los procedimientos extensos y los vencimientos de términos, como si los servidores judiciales hicieran las leyes y no los congresistas. La Justicia requiere para su optimización como servicio público esencial, un mayor presupuesto que permita responder con suficiencia a la excesiva demanda, generando un mejor acceso en favor de los ciudadanos.

Recapitulando, los reclamos deben hacerse es, a las entidades y no a las personas pues ellas, los servidores judiciales, están realizando sus mejores esfuerzos y estas posturas populistas de ciertos alcaldes, generan la desesperanza de los judiciales ante tanta indolencia.

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