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Ego-liderazgos vs colectividad

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Por: Germán Danilo Hernández

El ego es definido por la psicología como “la parte central de la conciencia humana encargada de dar sentido a sí mismo”, pero cuando esa instancia se desborda y toma el control, las cosas se complican. En otros tiempos el ego y la soberbia fueron considerados “pecados capitales”, pero en la actualidad éstos campean por el mundo.

Cuando se asume que el principal filtro de la realidad “soy yo”, se entra en conflicto con la dinámica de relacionamiento social, porque conlleva a subvalorar o a despreciar pensamientos y opiniones de los demás. La sobreestimación del ego aparece en todas las instancias de la organización social y se hace más evidentes cuando se buscan opciones de poder, así sea en el entorno estudiantil, laboral, vecinal, religioso o político.

En Cartagena es reiterativo el debate sobre la denominada ausencia de liderazgos que representen el verdadero sentir de la colectividad, pero en simultánea se da una explosión de apetitos de notoriedad en redes sociales y en medios de comunicación de quienes creen encarnar los intereses más sentidos de la comunidad, sin haber recibido siquiera señales de simpatía por parte de ésta.

En algunos de esos personajes es evidente que la conducción de sus pronunciamientos y acciones surgen de una instancia superior a su propia racionalidad. Al mejor estilo de extremistas religiosos que dicen ser voceros directos de Dios, se amparan en el “querer de la ciudadanía” para cuestionar, juzgar, condenar y desprestigiar a otros, muchas veces sin conocimiento de causa y sin medir las formas, aunque éstas tengan tintes clasistas, arrogantes, racistas, o misóginos.

La exacerbación del ego carece de ideologías o de colores políticos, se da por igual en corrientes de pensamiento de derecha, centro o izquierda, entre quienes tienen el poder, entre los deudos de éste, y en quienes pretenden alcanzarlo, lo que conlleva a la ya conocida batalla de egos tan común en nuestra ciudad, hasta para la organización y desarrollo de una protesta social.

Aunque resulta muy difícil que un ególatra admita su condición, como un alcohólico niega la suya antes de recibir señales de adversidad, sería recomendable que quienes crean contar con representatividad colectiva, realicen un auto examen reflexivo, para determinar hasta qué punto su ego está por encima de su propio liderazgo, y tomar la decisión política de no darse tanta importancia a sí mismo, para otorgársela a la colectividad.

Mario Mendoza en su libro “Leer es resistir”, cita una premisa de Phil Jackson, ex entrenador de los Chicago Bulls, que viene al caso: “un ego no puede ganar un campeonato, entonces es un estorbo, algo inútil. El que gana es el equipo, el grupo, que no se crea sumando individualidades, sino todo lo contrario, dejando los egos de cada uno a un lado”. Cartagena necesita más liderazgos que guerra de egos.

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