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¿Y quién es tu ginecólogo? Martínez – Lozano

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Por: Álvaro Monterrosa Castro

Martínez-Lozano fue un sensible, humanista y esmerado médico, que se graduó de especialista en ginecología y obstetricia en 1974 en la Facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena. Inmediatamente egresó, fue vinculado a la Clínica de Maternidad Rafael Calvo y fue uno de los incansables obstetras de turno de cada cuatro noches hasta julio de 1995, cuando se acogió al derecho ciudadano de la jubilación.

Desde el inicio de su ejercicio profesional como especialista, Martínez-Lozano ubicó para siempre su consultorio en el barrio residencial de Alcibia, sector María Auxiliadora, cercano a la Catedral de dicho nombre, a pocas cuadras de la Maternidad Rafael Calvo y sobre la recién estrenada Avenida Pedro de Heredia, que ya pintaba en ser la vía principal o la unión perpetua entre el norte y el sur de Cartagena, la columna vertebral del transporte público y privado e incluso el canal por el cual debía fluir el desarrollo. En esas épocas, dicha zona urbana estaba casi en la periferia de Cartagena.

Martínez-Lozano, así le llamaban un gran conglomerado de mujeres, sin señalar un título y tal vez sin saber o recordar que su nombre de pila era Juan Manuel. Desde las seis de la mañana, la sala de espera de su consultorio recibía a mujeres de diferentes edades que desembarcaban de los buses que venían de prácticamente todas las poblaciones vecinas, buscando aliviar las horas duras de las enfermedades ginecológica o alcanzar la certeza bendita de una gestación de crecimiento saludable. Mantenía las puertas del consultorio y las del corazón, abiertas hasta muchas horas después de la caída del sol, mientras crecían y crecían y se mezclaban sobre su escritorio, las hojas de papel en las cuales a mano escribía con letra de médico las historias clínicas de sus pacientes.

Mujeres de diferentes colores de piel, con rostros de tonalidades distintas, de todos los semblantes posibles y de variadas edades, fueron atendidas por Martínez-Lozano con dedicación, sin apremios y sin importar la clase social a la cual pertenecían. Por casi treinta años resolvió con presteza distintas problemáticas ginecológicas y las ciento de dificultades del embarazo o el parto. Muchas veces la noche o el amanecer lo sorprendieron al lado de sus pacientes que residían en Cartagena o en municipios del departamento de Bolívar, Sucre, Córdoba o El Magdalena. Fue un ginecólogo y obstetra habilidoso, practico y recursivo.

En 1975 ingresó como profesor de Ginecología y obstetricia a la Universidad de Cartagena, para cumplir una labor meritoria, callada, importantísima, poco conocida y tal vez poco señalada por la sociedad, pero que quedó indeleble en el corazón de sus alumnos de especialidad, que respetuosamente y con el beneplácito del maestro, siempre le llamábamos Juancho, sobre todo cuando la mano del profesor debía estar allí, cuando estábamos en el trance de una cirugía difícil o ante el remolino de un parto con complicaciones. Impulsaba a diario realizar la cirugía limpiamente, respetando el ordenamiento que ha puesto la naturaleza y utilizando adecuadamente la técnica operatoria. La vida me entregó la oportunidad de ser su alumno, de recibir sus orientaciones para encontrar lo que nunca está en los libros y poder aprender de su habilidad y destreza el claroscuro de la cirugía ginecológica. No obstante, no soy el único, una larga lista de profesionales de la ginecología y la obstetricia bebieron las aguas de su experticia y se han regado triunfantes por el mundo, llevando en sus conocimientos y en sus procederes profesionales, la luz brillante e incandescente de este inolvidable profesor.

El doctor Martínez-Lozano tuvo un tránsito de 80 años, luego de haber nacido el 6 de mayo de 1942 en la población de Sincé (Sucre). Realizó estudios primarios en el colegio de su población natal, los secundarios en el Instituto Simón Araujo de Sincelejo y luego se vino a Cartagena a cumplir su sueño, a colocarse las vestimentas blancas y doradas de médico para servir sin reservas, andamiajes que lo llevaron ser uno de los primeros médicos en brindar ecografías para las mujeres embarazadas en Cartagena, y a fundar en los finales de los años ochenta su Clínica de la Mujer María Auxiliadora, la cual gerenció por muchos años. Por razones de salud, con las primeras luces del siglo XXI debió alejarse para siempre del bullicio de los dolores del parto. Aunque han paso muchos años y llegó raudo y veloz este nuevo mileno, Martínez-Lozano continúa en la memoria, en el recuerdo y hasta en el álbum familiar de muchas de sus pacientes que hoy se han enterado de que ha iniciado el viaje hacia la morada eterna, estando contento, dichoso y en medio de juegos pirotécnicos, sabiendo que su misión fue satisfactoriamente cumplida y prácticamente sigue siendo considerado un padre, por muchos de sus alumnos.

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