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Victorias, derrotas y enseñanzas

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Por: Germán Danilo Hernández

Conocidos los resultados de la más reciente contienda electoral, surgen los  análisis y reflexiones desde las orillas de los ganadores, de los derrotados y de la ciudadanía sobre el paso que debería continuar para que la decisión popular en las urnas se acepte con sensatez y cordura.

Como estaba anunciado, la gran derrota en los territorios recae sobre quienes hace poco menos de dos años abanderaron la alianza política que eligió al primer presidente de izquierda en Colombia, denominada Pacto Histórico, pero cuyas divisiones intestinas, escándalos, egos exacerbados, y poca visión estratégica del poder propiciaron una especie de implosión política, que no los ha destruido, pero que debería generar señales de alerta sobre la necesidad de hacer ajustes al proyecto de cambio, en el que buena parte del país aún confía.

En febrero del presente año, cuando algunos líderes del Pacto daban por   hecho que las elecciones regionales serían una réplica generalizada del triunfo progresista, y que habría pocas oportunidades para sus adversarios, publiqué  en este mismo espacio una columna titulada “Pacto o síndrome de Adán”, en el que advertí:

Algunos sectores de la izquierda se trenzan en fuertes discusiones internas y públicas por la intensión de descalificar anticipadamente a posibles candidatos de los llamados partidos tradicionales, a quienes denominan voceros de la “vieja política”, y reclaman como derecho adquirido, que el aval del Pacto Histórico, sea casi que  exclusivo  para militantes de la izquierda. La cordura y sensatez política debería permitir comprender a ciertos líderes, que en las elecciones de 2021 cambió el gobierno, pero no el sistema democrático, y que el propio presidente Petro se ha declarado reiteradamente garante de este. Los partidos tradicionales no fueron borrados de un plumazo, ni sus dirigentes y cuadros han perdido su vigencia”.

Sin pretender hacer alardes de gurú, lo que pasó el domingo en la mayoría de ciudades del país, incluyendo a Cartagena, fue el retorno al poder de la política tradicional, a través de representantes que siguen conservando la confianza de  electores y quienes también tienen posibilidades de mostrarse como agentes de cambio.

En Cartagena y el departamento de Bolívar, donde adicionalmente a las confrontaciones ideológicas tienen vigencia otras  singulares dinámicas de poder, fue contundente el triunfo de líderes jóvenes, no progresistas, pero  de cuyas acciones inmediatas y futuras dependen las expectativas y esperanzas de unas comunidades que siguen esperanzadas en soluciones a múltiples necesidades sociales acumuladas, y a cambios efectivos en el manejo de lo público.

El alcalde y el gobernador electo, Dumek Turbay, y Yamil Arana, al igual que los parcialmente renovados Concejo Distrital y Asamblea Departamental, tienen ahora el reto de interpretar de la mejor manera la voluntad de sus electores, propiciar un nuevo ambiente que supere las confrontaciones improductivas e involucre a la población y a sus dirigentes en un proceso de  unidad en torno a la construcción de nuevas realidades y ejecuciones de verdadera transformación.

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