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De los memes y la crisis

Por: Orlando Díaz

Etimológicamente krisis, es un vocablo de origen griego que revela una situación calamitosa, decisiva y grave que pone en peligro el desarrollo de un proceso o de un asunto.

En Colombia, si se habla de crisis es para resaltar los numerosos desatinos del gobierno, los que ya están haciendo metástasis en el pueblo y producen un rechazo e ira generalizada.

Y, no nos vamos a referir al plan diabólico de la nueva reforma tributaria que se está cocinando, donde se gravará con IVA a los productos de la canasta familiar; tampoco se tratará el truculento tema sobre la gran cantidad de muertes de líderes sociales, que permanecen en la impunidad y se obviaran las referencias del informe de la JEP,  que revivió el horror y el terror, específicamente en lo acaecido en seis años , señalando, por fuentes fidedignas,  que 6.402 personas habían sido asesinadas, en los llamados “falsos positivos” entre los años 2002 al 2008.

El tema que ocupa la atención, tiene que ver con la vacunación, si, otra vez, y es que todavía los ciudadanos de a pie no se explican cómo del primer lote de 50 mil vacunas que arribó al país, ninguna llegó al Departamento del Amazonas, atendiendo el cronograma inicial y a sabiendas que se trata de una de las regiones más afectadas por la pandemia.

Cómo es posible que, en Bogotá, donde si llegó una pequeña parte de los medicamentos, fueron citados médicos, para que les suministraran el vital líquido y cuando esperanzados llegaron al sitio, a algunos se les informó que ya se habían acabado las vacunas. También es inexplicable que se le esté notificando a personas ya fallecidas, en qué lugar y fecha se deben de vacunar y cómo, con bombos y platillos, en algunos medios de comunicación se reseñó la histórica primera dosis de vacuna que se inyectó a una enfermera, en Sincelejo, cuando a ésta todavía se le adeudaban dos meses de salario.

La improvisación en esta materia, resulta grave y es un asunto muy delicado toda vez que en nuestro país ya van más de 2.200.000 personas contagiadas y más de 58.700 fallecidos.

Con la pandemia, también se ha disparado, en grado sumo, la inseguridad, el desempleo, la quiebra de empresas. Es más, la desigualdad social se encuentra en un punto muy delicado y álgido. Para los conciudadanos, la luz al final del túnel se ve más lejana, brillando por todo lado la desesperanza y la agonía.

Como salida, la gente del común acude al empleo informal, las capillas se llenan de feligreses. En medio de su desespero, no causa sorpresa que el pastor de la iglesia “Berea” de Sabanalarga – Atlántico, no le da la cara a sus parroquianos desde el pasado 28 de enero. Los creyentes se quedaron en la calle, luego de haber vendido todas sus pertenencias, convencidos de las promesas de su líder espiritual en cuanto a que Jesús descendería ese día desde los arcanos de los cielos y que los llevaría para un ignoto lugar, donde se acabarían todos sus sufrimientos.

Eso no es todo, en México, se celebra el “Catrina Fest”, hermosa tradición y dentro de su cronograma se resalta el día de los muertos.  Juan Billoro, destacado escritor mexicano, nos ilustra sobre ésta y otras festividades, con esta lapidaria frase: “El carnaval coincide con el apocalipsis”. En Colombia, como en otros países también le sacamos pelos a una calavera, y tenemos nuestro carnaval de negros y blancos, en Pasto, Nariño, Patrimonio Cultural de la Nación y declarado por la UNESCO como Patrimonio Intangible de la Humanidad.

En esas manifestaciones folclóricas nos reconstruimos. En la fiesta de Pasto se destacan, entre otros eventos, las carrozas, que permiten la mofa y la burla de la clase política colombiana. Y es que una de las armas más sofisticadas que tiene este pueblo sufrido y aguantador es el humor (uno de los motivos por los que asesinaron al humorista Jaime Garzón). Los ciudadanos lo utilizan como un salvavidas o una válvula de escape, para esa olla a presión que se llama Colombia, donde muchas de las denuncias sociales, son plasmadas en memes, que se expanden y difunden como virus y el pueblo se apropia y se contagia de ellos. Veamos:

“Van a llegar solo cincuenta mil vacunas Pfizer pero que carajos, ¡¡¡ya llegaron!!!saquen el carro de bombones, los niños que cantan vallenatos y llamen a Juan Diego Alvira”.
“Se alista Jorge Barón para dar la patadita de la buena suerte al contenedor de las vacunas”

“Yo les puedo enseñar – foto de Expresidente – como lavarse bien las manos”

“cuando pasaste toda la vida luchando contra el imperialismo y la libertad de Colombia, para que Duque diga que fue gracias a Estado Unidos”

En fin, el gobierno y sus políticas son una fábrica en serie de memes. Lo triste es que las garantías ciudadanas también van en franco retroceso y ya no sabemos si llorar o reír ante tanta ignominia, desparpajo y desfachatez.