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Resuena el POT de Cartagena

Por: Iván Sanes Pérez

La Carta Europea de Ordenación del Territorio (1983) propone comprender el concepto de ordenamiento territorial como una disciplina científica, una técnica administrativa y una política para el desarrollo equilibrado de las regiones y la organización física del territorio.

Es así como, también encontramos que autores destacados como Ángel Massiris, señalan que el ordenamiento territorial se concibe desde el propósito principal de organizar, armonizar y administrar la ocupación y uso del espacio; de tal manera que, el ordenamiento territorial incentive al desarrollo humano en armonía con el medio ambiente y espacialmente equilibrado y socialmente justo.

Ahora bien, dicho lo anterior, podríamos sostener que a través del ordenamiento territorial se pretende (i) construir una ciudad productiva, equitativa y sostenible; (ii) concretar en el territorio unas reglas claras que racionalicen el uso del suelo; y (iii) optimizar y programar la inversión pública en el corto, mediano y largo plazo.

En tal sentido, en nuestro país, los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) se han constituido como la principal apuesta para hacer efectivo los propósitos que se pretenden alcanzar a través del ordenamiento del territorio, dimensionándolos como instrumentos de planificación que favorecen las intervenciones económicas sobre el territorio y plantean acciones especificas relacionadas con usos del suelo, desarrollo de actividades socioeconómicas, densidades y definición de instrumentos de intervención territorial.

La verdadera importancia de un buen Plan de Ordenamiento Territorial radica en que el POT nos permite conocer y diagnosticar nuestro territorio, determinar nuestras fortalezas y, a partir de ello, formular nuestra visión de ciudad, permitiéndonos orientar un desarrollo equilibrado de la ciudad; es por ello que, para el caso de nuestra ciudad de Cartagena el hecho de que contemos con un POT de más de 20 años, completamente envejecido y de espaldas a las nuevas realidades nos permite explicar fácilmente el momento de crisis que enfrenta la ciudad en materia de macro proyectos de ciudad, la falta de renovación urbana, crecimiento desorganizado, crisis de infraestructura vial y de transporte y la desprogramación de la inversión pública; además de una evidente insuficiencia de instrumentos que permitan financiar el desarrollo del territorio, entre otras dificultades asociadas a la debilidad de nuestro ordenamiento del territorio.

Teniendo en cuenta lo anterior, el principal proyecto que debe emprender nuestra ciudad de Cartagena debe enfocarse en la culminación exitosa de la revisión general del Plan de Ordenamiento Territorial, el cual tiene importantes retos como son: que sea una norma clara, sencilla, que brinde seguridad jurídica; que incluya las determinantes ambientales del medio natural y asociadas a la gestión del riesgo y adaptación al cambio climático, especialmente aquellas relacionadas con la conservación de ecosistemas estratégicos, la zonificación de áreas de amenaza y riesgos mitigables o no mitigables, la definición y delimitación de tratamientos en áreas de amenaza y riesgo alto, perfiles climáticos: escenarios de cambio climático, inventarios de gases invernadero, análisis de vulnerabilidad frente al cambio climático.

Así mismo se debe tener muy en cuenta las determinantes para la conservación y protección del patrimonio histórico y cultural a partir de los cual se hace necesario articular la revisión del POT con el avance de los distintos procesos de formulación de los Planes Especiales de Manejo y Protección que se encuentran en curso en la ciudad; al igual que será necesario mantener una relación fluida con las autoridades marítimas, para el ordenamiento marino costero; así como también será necesario analizar las complejidad de la dinámica inmobiliaria, lo cual nos permitirá contemplar nuevas formas de concretar un adecuado y equilibrado reparto de cargas y beneficios e incorporar nuevos instrumentos de financiación para que se materialicen las cargas urbanísticas como por ejemplo: La participación en plusvalías, la cesión de obligaciones urbanísticas, los cobros por edificabilidad, los títulos de derechos de construcción y porque no que se permita que los urbanizadores puedan compensar en dinero las cesiones obligatorias, entre otros instrumentos, que apalanquen grandes proyectos públicos sin que salgan los recursos del presupuesto de la ciudad.

El tiempo no se detiene por lo que hay que acelerar el paso para que el proyecto de revisión general del POT se convierta en una realidad y solo así resuene Cartagena.

Iván Sanes
Magister En Derecho y Gestión Urbanística
Magister en Educación
Especialista en Gestión Gerencial
Especialista en Derecho Administrativo
Especialista en Derecho Urbano
Abogado e Ingeniero de Sistemas