“Ohh Cartagena, eres la ciudad hija de mar.
Tan consentida y adorada que tu padre,
hizo caños y lagunas para alimentarte
en simbiosis marina.”
Por: Bernardo Romero Parra, P.U. Comunicación Social Periodismo.
En diferentes partes del evangelio, Jesús de Nazaret decía: “Por eso les hablo en parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden”, se refería a esa condición humana de percibir las cosas de acuerdo a nuestra conveniencia y no a la realidad, situación patética en Cartagena, donde nos acostumbramos a mirar la ciudad y definirla de acuerdo a los dos metros cuadrados del entorno en que vivimos, y no a la integralidad del territorio al que pertenecemos, siendo esa la razón de la existencia de otras ciudades en esta misma urbe, verdad insoslayable que debe atenderse para poder encontrar las soluciones a la grave problemática que padece la mayoría de la población que sobrevive en condiciones infrahumana.
Evidencia de nuestros conceptos es el estado de alienación en que se encuentran un gran número de conciudadanos cartageneros, que resignados a la pobreza no valoran siquiera su vida, siendo indiferentes antes las amenazas y peligros como los que representa el virus Covid 19, luego no acatan ninguna de las medidas de autocuidado que se deberían observar por simple instinto de conservación. Siendo esa una de las causas del alto número de contagios y decesos por esta pandemia en Cartagena.
Se han dado pasos para la integración en una sola Cartagena, como lo expuso, Augusto Martínez y lo adoptó Judith Pinedo, ambos exalcaldes, pero hace falta la ejecución continua de planes de desarrollo que traspasen los periodos administrativos, requiriéndose que el gobierno, la clase política, los medios de comunicación, la academia, los gremios de profesionales e industriales, las organizaciones comunitarias y la ciudadanía en general antepongamos los intereses colectivos a los particulares, para lograrlo es necesario una introspección personal de los actores identificando los obstáculos morales que impiden la unión de voluntades y esfuerzos.
Administradores de lo público se equivocan cuando dan más importancia a la ejecución de obras, que a los programas de formación para la superación humana, ya que ambos procesos deben ir de la mano para lograr un desarrollo integral, claro está que en nuestra ciudad no se ha hecho, ni lo uno ni lo otro, por eso estamos paralizados en el tiempo, rezagados ante urbes vecinas.
Lamentamos que aún en esta época de crisis no se propicie la integración, un ejemplo patético lo vemos cuando se organizan eventos para analizar temas de ciudad, y solo hay una clara representación de sectores tradicionales de la economía y se pinta de un solo color a la “sociedad”, cuando el deber ser es que en cada actividad donde se traten asuntos comunes, haya representación de todos los sectores, y nadie se tome el derecho a opinar y decidir por otros, ya que Cartagena no es blanca, negra, ni amarilla; es una ciudad de razas y múltiples colores.
Para conseguir una visión prospectiva del progreso en Cartagena, proponemos aplicar como colirio: 1. Que nos despojemos del orgullo y egoísmo reconociendo que todos los seres humanos somos iguales, que no hay ciudadanos de primera, ni de segunda clase; 2. Los cartageneros debemos integrarnos como comunidad, adoptando en el pensamiento y en la acción palabras como igualdad, inclusión y unión para que como sociedad evolucionemos en el tiempo, dejando atrás las épocas del colonialismo que aún viven las élites; 3. Mayor cooperación, quienes tienen más recursos económicos, en un acto de grandeza ética deben propiciar y patrocinar planes para que los desvalidos entren en el camino del desarrollo humano, las fundaciones de las empresas deben ejecutar programas de responsabilidad social logrando soluciones de fondo como la erradicación de la pobreza en un barrio o sector urbano o rural especifico, mostrando resultados concretos y no la dispersión de recursos en eventos aislados.
Para construir una visión de 360 grados sobre Cartagena se necesitan percepciones basadas en la integración social y el interés común, de lo contrario siempre tendremos un campo visual miope, una ciudad que cojea ante el progreso, y no reconoce a sus hijos, a pesar de contar con millones de potencialidades, para que todos los que vivimos en esta gocemos de bienestar y prosperidad.
Feliz cumpleaños, a mi ciudad natal; Cartagena.
