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Entonces se entusiasmó la memoria mía…

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Por: Freddy Machado

En el caribe, el reconocimiento más auténtico y genuino que se le hace a una persona inteligente, consiste en calificarla de “mente fresca”. Esa acción, representa un homenaje a la sabiduría y a la solvencia intelectual del cristiano ungido con esos dones. Incluso, cuando se trata de un campesino, decimos que es inteligencia “natural”, en su máxima expresión.

Los juglares -o fundadores del vallenato-, se caracterizaban, precisamente, no solo por su inteligencia sino por ser andariegos y autodidactas.

Sus excelsos cantos así lo evidencian.

Basta con mencionar grandes y exuberantes talentos: Alejandro Durán, Emiliano Zuleta Baquero, Leandro Díaz, Juancho Polo Valencia, entre otros, para refrendar tal afirmación.

Los juglares -y en especial, las primeras generaciones de representantes del vallenato clásico-, asociaba la inteligencia con el término: “memoria”. Seguramente, para la época, esa referencia debía ser producto de la idea tercermundista de suponer que, “inteligencia”, era sinónimo de capacidad de memorizar.

La canción “Mi Memoria”, de Leandro Díaz, es un ejemplo de tal postura. Mi memoria, es un merengue en el que el poeta se recrea y resalta el hecho de que una persona sin estudio también se defiende y que en el caso del maestro Leandro, muy a pesar de sus limitaciones visuales, su deslumbrante inteligencia, era su luz…

El buen Leandro Díaz -hombre muy sencillo-, era consciente del don superior que representa la imaginación y con su experiencia de vida, nos plantea que: “lo que nace con uno es eterno”.

Y, tenía razón Leandro Díaz pues sus obras musicales, hoy por hoy, son inmortales.

En ese entendido, en la actualidad, considerar “la memoria” como sinónimo de inteligencia, es una imagen distorsionada (salvo que se trate de una licencia poética) pues semejante visión resulta inexacta y es producto, en términos de metodología educativa, de la antigua creencia que suponía que memorizar era una facultad exclusiva de sabios e ilustrados.

El mismo Andrés Landero lo dijo en el paseo La muerte de Eduardo Lora: “Ya se perdió esa memoria, que San Jacinto tenía” y la más actual, elocuente y sublime de esas licencias poéticas, la hace Emilianito Zuleta en la bella canción Tardes de Verano: “entonces se entusiasmó la memoria mía”, homenajeando “la luz” de La Fantástica.

En la piqueria (confrontación verbal acompañada de un acordeón y donde prima el repentismo del verseador), es donde más se emplea el término “memoria” (mi memoria que es extensa; mi memoria que es exquisita) como sinónimo de inteligencia.

A manera de epílogo, es posible que algunos lectores asuman que el equívoco resulta muy insignificante y que es producto, bien de la misma tradición del folclore vallenato ora de un lugar común, y que consiste en designar con el término “memoria” a toda “mente brillante”. Sin embargo, ahora cuando la inteligencia emocional goza de gran reconocimiento, se recomienda a los verseadores que en las piquerias vallenatas revisen el tema y hagan los ajustes pues se puede correr el riesgo de que se les tilde de “desactualizados” y hasta pasados de moda.

Ladran Sancho: es la tradición vs los nuevos tiempos. ¿Será que es hora de corregir?

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