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Poder, persuasión y fuerza

Por: Germán Danilo Hernández

Las relaciones de poder en las sociedades organizadas determinan que independientemente del origen ideológico del gobierno, su ejercicio se basa en la alternada combinación de persuasión y de fuerza. El gobernante dispone de múltiples mecanismos de persuasión para implementar sus acciones, para que sean acatadas por los gobernados, sin renunciar al ejercicio de la fuerza pública cuando se presenten acciones o reacciones que afecten el interés colectivo.

Actualmente se debate sobre si el gobierno de izquierda del presidente Gustavo Petro, debe o no hacer uso de la fuerza contra quienes, aparentemente basados en algunos de sus postulados sobre la propiedad y uso de la tierra, decidieron acudir a las vías de hecho e invadir extensiones de predios de propiedad privada en diferentes departamentos del país.

Hay quienes piensan que acudir a operativos de desalojos para restituir los predios invadidos a sus propietarios, sería una contradicción del jefe del Estado, quién al igual que sus copartidarios se opusieron en el pasado a tales prácticas, convertidas en violencia oficial institucionalizada No obstante, a pesar de la encrucijada que aparentemente representa la situación para el actual gobierno, más temprano que tarde las circunstancias podrán motivar una intervención de fuerza y probablemente repercutirá en que algunos de quienes hoy se identifican con sus lineamientos, pasen a las líneas del desencanto y de los desamores.

El presidente Petro ha repetido en múltiples escenarios que en su gobierno no habrá expropiación, y que sus acciones seguirán enmarcadas en la constitución y la Ley.  En tal sentido, independientemente de los argumentos que esgriman los actuales invasores de tierras (que les fueron arrebatadas, que son improductivas, o que las necesitan para poder vivir dignamente), si sus reclamos no se ajustan a los procedimientos legales, y persisten en las vías de hecho, al mandatario no le quedará otra alternativa que, agotada la fase de dialogo directo, si no logra resultados con la persuasión, hacer uso de la fuerza legítima. Probablemente no será con el nivel de violencia desmedida que se aplicaban en los operativos de desalojo en el pasado reciente, pero le será inevitable no autorizarlo.

Se equivocan quienes buscan presionar al gobierno a protegerlos en sus reivindicaciones o conquista de sueños, pero pasando por encima de la Ley, y también quienes hacen llamados a la confrontación defensiva, pretendiendo prolongar en la práctica la sustitución del Estado. Urge que impere la sensatez entre unos y otros, para que, en los tiempos de búsqueda de la paz total, no se genere la necesidad del uso de la fuerza en torno al uso de la tierra.