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¡Por favor!

Por: Germán Danilo Hernández

Esas dos palabras en tono de súplica repetidas insistentemente por Javier Ordoñez en su intento por detener la desmedida agresión de que era víctima por parte de agentes de la Policía, son las mismas que hoy grita la mayoría de colombianos, ante las dramáticas consecuencias de las protestas por ese acto de barbarie.

Las imágenes de la tortura con teaser al taxista y estudiante de Derecho, podrían simbolizar lo que está ocurriendo: Ordoñez encarna a una nación reducida, alterada y desesperanzada, sobre la cual se envilecen dos fuerzas, que, aunque de ideologías contrarías, se uniforman con los mismos métodos de brutalidad, buscando su destrucción, bajo un antifaz de orden y justicia.  Cual espejo, reflejan la cruda realidad, y a la que podríamos llegar, si no aparecen pronto señales de cordura entre los bárbaros que se consideran salvadores.

¡Por favor! implora Colombia a una Policía Nacional que, al mejor estilo de los colectivos chavistas, respondió con 13 muertos y muchos heridos a bala en una sola noche, pretendiendo detener el estallido social motivado por el salvaje ataque, sin que supuestamente existiera una orden para abrir fuego.

¡Por favor! Claman miles de voces indignadas, pero que no se sienten representadas en los vándalos que convirtieron sus legítimas protestas en una espiral de violencia demencial, destruyendo el patrimonio colectivo.

¡Por favor! Le sigue gritando la nación a un presidente desconectado de la realidad y carente de sensatez, hasta el punto de pedir perdón solamente a familiares de Ordoñez, ignorando que mucha más sangre inocente se derramó injustamente, precisamente por clamar justicia.

¡Por favor!  Pide la gente a políticos oportunistas de derecha e izquierda, que, con desproporcionada irracionalidad y mezquindad, atizan con sus declaraciones el fuego de la inconformidad; llamando por un lado a la beligerancia social y por el otro a la violencia estatal, demandando inclusive la presencia de tanquetas en las calles, con añoranzas de guerra, desde sus cómodas poltronas, o desde prisiones suntuosas.

¡Por Favor! exclaman numerosas familias de Cartagena y de otras ciudades del país, para alertar que las golpizas policiales, se repiten sistemáticamente en casi toda la nación, y por ello demandan reformas urgentes y de fondo a una Institución que perdió la confianza ciudadana.

¡Por favor! Suplican también las madres de las víctimas, a quienes pretenden imponer la Ley del talión, acribillando a mansalva a uniformados, como forma de protesta por los abusos de otros.

Los ruegos de Ordoñez no fueron escuchados por la irracionalidad de sus verdugos, quienes finalmente lo asesinaron a golpes. ¿Le pasará lo mismo al país? ¿Seguirá imponiéndose la envilecida sordera nacional, dejando prosperar el odio, explorando de manera consciente o  inconsciente, opciones cercanas a la nefasta historia de Ruanda? Es momento de parar ¡Por favor!