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Titán y Titanic: Cementerios marinos

Por: José Consuegra

El hecho también deja importantes lecciones a toda la sociedad como que el hombre debe aprender a transigir en circunstancias en las cuales sus conocimientos son aún limitados como el fondo del mar, pese a que los conocimientos y la tecnología hayan facilitado herramientas para su exploración.

“El hombre es el único animal que tropieza dos veces contra el mismo iceberg”, es el certero mensaje de una viñeta publicada por el periódico El País, de España, a propósito de la tragedia del sumergible tripulado Titán, desaparecido desde el pasado 18 de junio durante un viaje turístico, con cinco personas a bordo, hacia los restos del barco Titanic, en el norte del océano Atlántico.

Es impactante y aterrador que los viajeros, incluyendo el organizador de la expedición, hayan perecido por observar de cerca lo que quedó de este naufragio. Los dos accidentes, según expertos en navegación, tuvieron como causa común la desatención de las señales de riesgo.

Cada cupo para vivir la experiencia en esta nave, que fue usada por primera vez en 2018, costaba 250.000 dólares.

Si bien, la compañía propietaria de Titán defiende este desarrollo, argumentando que el vehículo fue sometido a pruebas rigurosas en condiciones extremas, otras voces señalan que ya había sido alertada de los peligros, como la Sociedad de Tecnología Marina que la cuestionó sobre la resistencia de los materiales del sumergible ante la presión del mar a profundidades que sobrepasan los 3800 metros.

Las autoridades costeras de los Estados Unidos y los equipos de búsqueda concluyeron que el vehículo sufrió una “implosión catastrófica”, después de observar algunas piezas apenas a unos 500 metros de distancia de donde está asentado el Titanic desde 1912, cuando chocó con un iceberg. Solo hasta el miércoles anterior fue reportada la recuperación de los primeros restos del sumergible, que serán sometidos a investigaciones para establecer con exactitud los motivos de la falla mortal.

Sin lugar a duda, es una tragedia para los familiares de las víctimas, quienes soportaron la angustia de desconocer qué había sucedido con ellas, hasta que recibieron la noticia del terrible desenlace.

El hecho también deja importantes lecciones a toda la sociedad como que el hombre debe aprender a transigir en circunstancias en las cuales sus conocimientos son aún limitados como el fondo del mar, pese a que los conocimientos y la tecnología hayan facilitado herramientas para su exploración. Igualmente, es un llamado de atención a las autoridades acerca de la necesidad de regulación estricta de este tipo de expediciones con propósitos esnobistas, al igual que para los mismos turistas que, sin miramientos en los costos y los riesgos, exponen sus vidas para vivir estas experiencias.