ANI no ha socializado prorroga del peaje de Turbaco: Alcalde Guillermo Torres
16 octubre 2021
Ixel Moda superó todas las expectativas: Erika Rohenes, presidenta
16 octubre 2021

Un excepcional procedimiento policial de la patrulla 315

Por: Freddy Machado.

A la memoria de tantos accidentados en la Avenida Santander

Ayer, como a las siete de la mañana, observé a un hombre con unos de esos martillos que los obreros llaman “mona”, tumbando un poste del alumbrado público. El sujeto -descamisado e iracundo-, armado con su pesada herramienta, castigaba con mucha fortaleza la superficie del poste.

El hombre gritaba cosas y no dejaba de martillar…

En medio de sus gritos, llegué a escuchar que la emprendía contra el poste por el hecho de haber acabado con la vida de su hijo a comienzos de año, en un aparatoso accidente de tránsito. La colisión se presentó exactamente en el separador de la Avenida Santander a la altura del Hotel Vistabella.

La escena –difícil de borrar de mi mente por lo absurda-, ocurrió en momentos en que hacía mis acostumbrados ejercicios entre el parque lineal y el malecón de Marbella. Era agosto y me llamó mucho la atención, como a los demás transeúntes y conductores matinales, la forma como el hombre se deshacía del poste, tac-tac, a fuerza de golpes secos.

La rabia con la que el sujeto arremetía contra la estructura de concreto, era muy elocuente. Los vecinos llamaron a la policía pues temían que el sector se quedara sin energía ante la furia de aquel salvaje que “alegraba” la mañana. Para cuando llegó la patrulla 315, el poste estaba a punto de caer y apenas si se mantenía en pie, gracias al enramado de los alambres eléctricos.

El hombre al notar la presencia de los uniformados, tomó su teléfono móvil que guardaba en el bolsillo trasero de su pantalón kaki e hizo ver que se trataba de un directivo de la empresa de energía local. Aseguró que telefoneaba a los operarios de la cuadrilla de emergencias, los que ya estaban enterados de su misión y prestos al remplazo del poste. Luego, explicó a todos los presentes que su accionar guardaba relación con un duelo familiar.

Su mujer -explicó- se había propuesto evocar la memoria de su hijo dejando una corona de flores, cada siete días, junto a la base del poste de alumbrado público. Las flores las dejaba justo en la superficie donde su familiar había impactado con su vehículo en el fatídico accidente.

La idea era borrar literalmente el poste y con ello, desdibujar tan tristes recuerdos.

Los tres policías que acudieron al lugar guardaron silencio, se miraron entre si y antes de retirarse procedieron a comunicarse por radio con la central, informando que todo estaba bajo control.

En ese momento, tan desconcertado como los agentes del orden, me quedé pensando que en muy pocas oportunidades había visto tanta ponderación, prudencia, sensatez y buen tino, en el desarrollo de un procedimiento policial.

Cartagena, Noviembre de 2002.-